Los conductores de una radio española se toparon con una conmovedora historia de una manera completamente inesperada. En ‘El Rincón y la esquina’ de ‘Hoy por Hoy’, que se transmite por Cadena Ser, Marta Sanz, Manuel Delgado y Àngels Barceló estaban hablando de los disgustos que genera perder cosas.
Se trataba de un tópico liviano con el que buscaban distender el programa. En este contexto, un fanático del Sevilla se comunicó vía telefónica para contarles su experiencia.
Juan contó que estaba acostumbrado a perder cosas en su casa. “Me acordé de un par de monedas de México, que eran dos onzas de plata”, comenzó a contar el hombre.
Cuando le preguntó a su esposa si sabía dónde podían estar las dos monedas, ella le dijo que creía que las había puesto en el collar de Trotsky, su anciano perro.
Un giro inesperado y una increíble historia de un perro
Al hablar de las dos monedas de plata, la historia de Juan dio un giro de 180 grados y el tono del programa cambió por completo.
“Hacía un año, Trotsky me había visto a mí tirando un petardo y se me perdió. Puede que alguien se emocione, pero justo en ese día, Violeta, que jamás había bajado la basura en la vida, ni la ha vuelto a bajar, algo la llamó a ella a tirar la basura esa noche”, dijo Juan.
Se esposa tocó el timbre y a través del portero le dijo que se había encontrado con alguien. Violeta le pidió que bajara las escaleras y cuando llegó a la vereda vio a su perro.
“Estaba Trotsky ahí. Trotsky ya tenía 19 años. A mí no se me ocurrió buscar las onzas de plata porque lo único que quería era abrazarlo, nos hartamos de jugar, lo lavé, comió. Y yo creo que volvió para decirme ´oye, no te guardo rencor por tirar petardos´”, dijo el hombre.
Juan estaba feliz de ver a su perro otra vez y tenía planeado llevarlo al veterinario al día siguiente, pero no pudo hacerlo. “Trotskyse murió esa noche. Vino a casa a morirse y a perdonarme”, dijo Juan y rompió en llanto.
“Perdonad que me rompa”, dijo el hombre con la voz quebrada. Mientras en el estudio, los tres conductores escuchaban con sorpresa y emoción el increíble giro que había dado la historia.
“Cuando murió, dejé de escuchar el sonido que había estado escuchando desde que llegó a casa y al que no le había dado importancia. Pero cuando dejé de escucharlo, lo comprobé y efectivamente, en esa bolsita que llevaba al cuello, tenía las dos onzas de plata, pero ya no me importaba. La verdad es que hubiese preferido estar con él”, confesó.