Más allá de ser un trofeo preciado, las medallas olímpicas tienen una historia y una composición fascinantes que reflejan la evolución y los valores de los Juegos.
La medalla de oro, símbolo supremo del triunfo, no está hecha completamente de este preciado metal. Desde los Juegos de Estocolmo en 1912, las medallas de oro son en realidad de plata, con un recubrimiento de al menos seis gramos de oro puro.
Este enfoque no solo hace que la producción sea más económica, sino que también garantiza la durabilidad y resistencia de la medalla. En París 2024, cada medalla de oro contiene un núcleo de plata esterlina, recubierto con oro de 24 quilates, manteniendo esta tradición centenaria.
Las medallas de plata, otorgadas a los segundos lugares, están hechas de plata esterlina, que es 92,5% plata pura y 7,5% de otros metales, usualmente cobre. Esta combinación asegura que la medalla tenga la resistencia necesaria para soportar el paso del tiempo y el manejo constante.
La pureza de la plata utilizada en estas medallas hace que sean valiosas no solo por su significado deportivo, sino también por su composición material.
De qué están hechas las medallas de bronce
Por otro lado, las medallas de bronce, entregadas a los terceros lugares, tienen una historia aún más interesante. Están hechas de una aleación de cobre y zinc, conocida como latón. Este material, aunque menos valioso en términos monetarios que el oro o la plata, simboliza igualmente la dedicación y el esfuerzo de los atletas.
La elección del latón para las medallas de bronce también refleja un compromiso con la sostenibilidad, ya que es un material reciclable y ecológico.
En París 2024, las medallas no solo representan el logro deportivo, sino que también incorporan elementos de sostenibilidad y reciclaje. Un porcentaje significativo del metal utilizado en estas medallas proviene de dispositivos electrónicos reciclados. Esta iniciativa subraya el compromiso de los Juegos Olímpicos con la sostenibilidad y la protección del medio ambiente.