Lindsay Cohen Karp tiene 39 años y durante más de una década fue mal diagnosticada. La mujer es escritora y tenía una fatiga constante y problemas de movilidad hasta el punto de no poder caminar, pero los especialistas le recomendaban que hiciera ejercicio igual.
Diez años más tarde, Lindsay se encontró con un médico que le supo decir exactamente qué tenía. La joven padecía de esclerosis múltiple. Esta enfermedad es de por vida y afecta el cerebro y los nervios.
Los posibles síntomas incluyen cansancio, problemas de visión y dificultades para caminar o mantener el equilibrio. Con un buen tratamiento, los dolores pueden cesar pero esta afección no tiene cura.
“Mi búsqueda de un diagnóstico me había llevado a ver profesionales a una distancia de cuatro horas en avión desde mi casa. Las sugerencias inútiles iban desde el ejercicio hasta la psicoterapia y una bebida mezclada, como si Smirnoff con un chorrito de jugo de arándano pudiera evitar que mi cuerpo decayera”, relató la mujer, desilusionada, al medio The Mirror.
“Mientras esperaba el diagnóstico que simplemente no llegaba, resultaba difícil mantenerme en pie. Tuve que caminar una distancia corta, sentarme y descansar, y luego hacer un poco más. Me dolían las piernas y sentía como si me estuviera quedando sin energía, como un automóvil con el tanque de gasolina casi vacío. Me pincharon, pincharon y pincharon un poco más”, detalló en su blog personal.
El diagnóstico llegó al detectarse manchas blancas en una resonancia magnética del cerebro de la escritora, algo que llaman desmielinización.
“Sentí por un lado un alivio abrumador y mucho miedo. ¿Volveré a caminar con normalidad? ¿Pueden sanar estas lesiones? ¿Mis piernas se fatigarán con tanta facilidad para siempre?”, se preguntó y luego remarcó su agradecimiento al especialista que la trató: “Sin él, seguramente todavía estaría sin diagnosticar, sería incapaz de caminar y no tendría energía para continuar. Es más, mis hijos no tendrían madre”.