Japón es una tierra plagada de historias cautivantes, muchas de ellas mezcla de hechos reales con aspectos mitológicos o fantásticos. De esa milenaria nación es la extraña leyenda de Utsuro-bune, la presunta aparición de una extraña embarcación que sorprendió a pescadores a principios del siglo XIX.
El avistaje ocurrió presuntamente el 22 de febrero de 1803 en la provincia de Hitachi, actual Ibaraki. En las costas había un grupo de pescadores en sus tareas cotidianas, cuando fueron sorprendidos por una misteriosa nave que arribó al lugar ante la mirada atónita de los lugareños.
Medía cinco metros y tenía ventanas en la parte superior, pero lo más extraño no se agotó ahí: de su interior surgió una joven de entre 18 y 20 años que estaba vestida con ropa extraña y tenía el pelo rojo. Portaba entre sus manos una caja de color claro y hablaba en un idioma ininteligible para los pescadores.
Tomados por la curiosidad, los nipones se aproximaron a la embarcación e ingresaron en su interior para investigar qué es lo que había: encontraron una especie de cama, comida, además de inscripciones ininteligibles en la pared. Confundidos, los nativos decidieron dejar ir a la extraña mujer, quien regresó a su barco y se perdió para siempre en el mar.
Las descripciones que hicieron los pescadores sobre la extraña viajera perduraron en el tiempo y llega hasta nuestros días. Aseguraban que era hermosa y extraña, de cejas rojas, piel pálida y pelo rojo colorado con extensiones blancas. Sus ropas largas estaban hechas de un tejido desconocido.
Barco u ovni
La leyenda de Utsuro-bune (“barco hueco”) despierta curiosidad hasta nuestros días y muchos en la actualidad asocian la aparición de esa misteriosa nave con uno de los primeros avistajes de objetos alienígenas. Diversas fuentes describen al barco como una especie de cápsula hueca hecha con madera y con forma de quemador de incienso o pozo de arroz.
En su parte inferior tenía recubiertas de cobre que protegían el barco de las escarpadas rocas de la costa. También tenía ventanas de cristal sujetas por listones de madera fijados con resina.
Pero cabe aclarar que la fecha de la presunta llegada coincide con el periodo sakoku de aislamiento nacional del país, que duró 265 años. Por ello, es probable que todo extranjero que llegara a las costas japonesas provocara miedo, sorpresa y rechazo.