“Cajas misteriosas”, así los brasileños han bautizado a los despojos recientemente encontrados en grandes cantidades, varadas en la arena de las playas del noreste de Brasil. La Administración Estatal de Medio Ambiente (Adema) del estado de Sergipe, decidió incluso crear una línea telefónica para que la gente llame si encuentra una “caja”.
“Cada día recibimos llamadas de distintas playas”, revela Jefferson Torres, de la línea telefónica de Adema, según consignó la agencia de noticias DPA. Las primeras llegaron en 2018 y, según informó Gilvan Dias, director de Adema, se llegaron a juntar más de 350 “cajas misteriosas” en un mes en diversas playas de este estado del noreste de Brasil.
Los científicos consideran que lo más probable es que estas cajas provengan de un barco alemán que se hundió en 1944 frente a las costas brasileñas. Estas “caixas misteriosas” (cajas misteriosas), algunas de color marrón y con algunas criaturas marinas incrustadas, parecen en efecto cajas un tanto destartaladas que bien podrían contener un tesoro del océano o cartas antiguas.
Sin embargo, el biólogo marino Luis Bezerra, de la Universidad del estado de Ceará, y otros científicos descubrieron que los misteriosos restos flotantes no son realmente cajas, sino fardos o bolas de caucho que el barco hundido llevaba a bordo.
En esa línea, Jefferson Torres, de Adema, es el que atiende las llamadas en la capital del estado, Aracaju, y quien luego da aviso a los equipos encargados para que procedan a recoger los fardos de caucho que quedan varados en las playas. Cada bola de caucho pesa en promedio unos 80 kilogramos, y algunas llegan a ser tan pesadas que requieren del trabajo de varias personas para alzarlas y colocarlas en una camioneta, en algunos casos hasta la ayuda de un tractor.
Decenas de fotos tomadas por el Departamento de Medio Ambiente en las últimas semanas muestran camionetas de la agencia con sus cajas llenas de bolas de caucho. “Las recogemos y ya aparecen otras nuevas”, dice Torres. “Las cajas son realmente un enigma”, afirma el director de Adema, entre risas.
La investigación comenzó luego que el propio Bezerra encontrara una “caja misteriosa” en julio de 2019 mientras caminaba por la playa de Almofala, en el estado de Ceará. La foto que tomó en ese momento, que apareció en la edición de la revista “Marine Environmental Research”, fue el punto de partida para que otros científicos como Carlos Teixeira y Rivelino Cavalcante analizaran el fenómeno. Lo que llamó la atención de Bezerra, como biólogo, fueron los balánidos que aparecían incrustados en la caja y pensó que debían provenir de lejos porque estos crustáceos se desarrollan en mar abierto.
Además, debían haber estado en viaje durante mucho tiempo porque eran adultos. Una de las cajas tenía grabada la leyenda: “Product of French Indochina” (Producto de la Indochina francesa). “Con esta inscripción vimos que los fardos eran antiguos”, dice Bezerra. La colonia francesa abarcó hasta 1954 los territorios de las actuales naciones de Laos, Camboya y Vietnam. Bezerra y su colega Carlos Teixeira encontraron luego en Internet información sobre el hundimiento del buque alemán “Río Grande”, basada en datos militares estadounidenses.
El buque, que se utilizaba para romper bloqueos, se hundió hace casi 80 años en su camino desde Japón a unos mil kilómetros de las costas de Brasil cuando fue localizado por barcos de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. La ubicación exacta frente a la ciudad de Recife se conoce gracias al trabajo del investigador británico de naufragios David Mearns.
El “Río Grande”, que hacía la ruta Sudamérica-Hamburgo antes de la Segunda Guerra Mundial, llegó a figurar temporariamente en el Libro Guinnes de los Récords como el barco hundido a mayor profundidad, a casi 6.000 metros. Modelos matemáticos, en base a vientos y corrientes marinas, de los científicos demostraron que cuando los fardos de caucho se desprenden de la bodega del “Río Grande” llegan justamente hasta las costas del noreste de Brasil, tal como sucede desde octubre de 2018.
Cuando en octubre de 2019 un misterioso derrame de petróleo se extendió en el noreste de Brasil, Bezerra y sus colegas sospecharon inicialmente de una conexión con las “cajas”. La sospecha no se confirmó, pero los investigadores lograron rastrear el posible origen de las “cajas misteriosas”. Desde hace casi tres años, aparecen regularmente en el segundo semestre del año a lo largo de unos 1.600 kilómetros de las costas del noreste de Brasil. Bezerra atribuye el hecho de que esto suceda ahora, casi 80 años después del hundimiento del “Río Grande”, a la descomposición natural del naufragio. O incluso podría ser que alguien, con gran esfuerzo y avanzada tecnología, haya querido llegar a la valiosa carga que se dice que el “Río Grande” transportaba además de los fardos de caucho -cobalto, por ejemplo- y haya soltado los fardos en el proceso.
Las cajas misteriosas pueden ser peligrosas
Investigadores del célebre “Projeto Tamar” se preocupan porque los fardos de caucho puedan suponer un peligro para las tortugas marinas. “Las tortugas marinas podrían comer ese caucho y morir ahogadas”, dijo el biólogo Fábio Lira a la televisión brasileña. Hasta ahora no se ha informado de ningún caso de este tipo. “Siempre hemos pensado que son los mismos fardos de caucho que aparecieron por primera vez en 2018, que no fueron recogidos y fueron devueltos otra vez por el mar y el viento”, explicó Bezerra.
Pero el gran número de cajas halladas no les permite a él y a los demás científicos descartar la posibilidad de que se hayan liberado nuevos fardos del barco, o que procedan de otro barco hundido desconocido hasta ahora. Las “cajas misteriosas” plantean nuevos enigmas.