Los fanáticos de El Chavo disfrutaron por varias décadas de las siete temporadas con 290 episodios que niños y adultos vieron por televisión en toda América Latina con indiscutible éxito.
Sin embargo, durante todo ese tiempo, fueron muchas las dudas que surgían sobre la vida de este niño huérfano que en apariencia vivía en un barril (su departamento era el ocho) dentro de una vecindad pobre en México.
Fue su mismo creador, Roberto Gómez Bolaños, quien decidió aclarar todas las dudas al publicar una novela corta en el año 1995 titulada “El diario de El Chavo del 8″.
El escrito de Chespirito circuló en todo el continente y muchos fanáticos se lo devoraron. Con mucha inteligencia, el querido actor quiso escribir el texto en primera persona y desde la perspectiva de un niño de ocho años, de modo que el lenguaje del relato es, por así decirlo, como si estuviéramos escuchando al propio niño contando su historia.
La primera gran sorpresa fue conocer el verdadero nombre de El Chavo del 8: Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi. Nadie en la teleserie lo llamó nunca por su nombre (algunas veces el mismo niño decía llamarse Fili, pero no dejaban que terminara de contar su identidad), así que saber que esa era su identidad fue un descubrimiento.
Sobre su llegada la vecindad, Gómez Bolaños confesó que fue por el abandono de la madre del personaje que él mismo encarnó: “Conocí a mi mamá, pero nomás tantito. Como ella tenía que trabajar, todos los días me llevaba a una casa que se llamaba guardería, y ahí me la pasaba yo hasta que mi mamá regresaba después a recogerme. Un día no pasó a recogerme. Y los demás días tampoco”, escribió.
Al escapar de aquel sitio, El Chavo pasó un tiempo en la calle, y allí vio situaciones muy duras que pudo describir con la inocencia de un niño pero que un lector adulto entiende bien: Drogas, alcoholismo, violencia.
Luego fue rescatado por una señora adulta que vivía en la vivienda número 8 la vecindad hasta que esta murió y fue echado, por eso El chavo se quedó deambulando por allí y en ocasiones refugiado en el barril.