Evangelio de hoy, 5 de octubre: “Nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre”

La Palabra de Dios ofrece mensajes profundos, enseñanzas valiosas y una oportunidad para la reflexión espiritual. A continuación, te presentamos la Liturgia correspondiente al sábado 5 de octubre, según el Vaticano.

Evangelio de hoy, 5 de octubre: “Nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre”
“¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla!".

En el Evangelio de hoy nos cuenta que “Él nos hace conocer al Padre; nos hace conocer esta vida interior que Él tiene». Y «¿a quién revela esto, el Padre?, ¿a quién da esta gracia?». La respuesta la da Jesús mismo, como dice San Lucas: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños»”, dijo el Papa Francisco en la Homilía Santa Marta, 2 de diciembre de 2014.

“Por ello «sólo quienes tienen el corazón como los pequeños son capaces de recibir esta revelación». Sólo «el corazón humilde, manso, que siente la necesidad de rezar, de abrirse a Dios, que se siente pobre». En una palabra, «sólo quien camina con la primera bienaventuranza: los pobres de espíritu», concluyó el Papa Francisco.

La Palabra de Dios ofrece mensajes profundos, enseñanzas valiosas y una oportunidad para la reflexión espiritual. El Evangelio ocupa un lugar central en la misa y permite que Cristo continúe su obra de salvación.

Cuando rezamos, Dios abre nuestros ojos, renueva y cambia nuestro corazón, cura nuestras heridas”. Aquí los textos del sábado 5 de octubre de 2024 según lo dispuesto por el Vaticano.

Lectura del libro de Job

Job 42, 1-3. 5-6. 12-16

Job le dijo al Señor: ”Reconozco que lo puedes todo y que ninguna cosa es imposible para ti. Era yo el que con palabras insensatas empañaba la sabiduría de tus designios; he hablado de grandezas que no puedo comprender y de maravillas que superan mi inteligencia. Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto ya mis ojos; por eso me retracto de mis palabras y me arrepiento, echándome polvo y ceniza”.

El Señor bendijo a Job al final de su vida más que al principio: llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras.

Tuvo siete hijos y tres hijas; la primera se llamaba Paloma, la segunda Canela y la tercera Azabache. No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de Job. Su padre les asignó una parte de la herencia, al igual que a sus hermanos.

Y Job vivió hasta los ciento cuarenta años y vio a sus hijos, a sus nietos y a sus bisnietos. Murió anciano y colmado de años.

Detalle del vitral de la capilla sur de la Iglesia de San Luis, en Nueva York. Medallón superior : Dios Padre observa a Juan Bautista bautizando a Jesús; pintura al estilo de Múnich (1891).
Detalle del vitral de la capilla sur de la Iglesia de San Luis, en Nueva York. Medallón superior : Dios Padre observa a Juan Bautista bautizando a Jesús; pintura al estilo de Múnich (1891).

Lectura del Evangelio según San Lucas

Lc 10, 17-24

En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.

Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.

En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.

Es Palabra de Dios.

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