“El vínculo es estrecho entre el pan eucarístico, alimento para la vida eterna, y el pan cotidiano, necesario para la vida terrena”, reflexionó el Papa Francisco een el Ángelus, el domingo, 2 de agosto de 2020. En tiempo de Adviento, el tiempo que nos prepara para la Navidad, en el Evangelio de hoy nos interpela sobre la caridad, sobre “el antes de ofrecerse Jesús a sí mismo al Padre como Pan de salvación”.
“Jesús se preocupa por el alimento para aquellos que lo siguen y que, por estar con Él, se han olvidado de hacer provisiones. A veces se contrapone espíritu y materia, pero en realidad el espiritualismo, como el materialismo, es ajeno a la Biblia”.
“No es un lenguaje de la Biblia. (…) Y nosotros estamos llamados a acercarnos a la celebración eucarística con estas mismas actitudes de Jesús: en primer lugar, compasión de las necesidades de los otros. Esta palabra que se repite en el Evangelio cuando Jesús ve un problema, una enfermedad o esta gente sin comida. “Tuvo compasión”.
“Compasión no es un sentimiento puramente material; la verdadera compasión es padecer con, tomar sobre nosotros los dolores de los otros. Quizá nos hará bien hoy preguntarnos: ¿yo tengo compasión? En este período del año litúrgico, por lo tanto, estamos en camino para encontrar al Señor, pero también y sobre todo «para dejarnos encontrar por Él”.
“Debemos hacerlo con corazón abierto, «para que Él me encuentre, me diga lo que quiere decirme, que no es siempre lo que quiero que Él me diga». No olvidemos entonces que «Él es el Señor y me dirá lo que tiene para mí», para cada uno de nosotros, porque «el Señor no nos mira en conjunto... Él nos mira uno por uno, a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor abstracto, sino un amor concreto”.
“Es el recorrido de la fraternidad, que es esencial para afrontar las pobrezas y los sufrimientos de este mundo, especialmente en este momento grave... porque es un camino que inicia en Dios y a Dios vuelve”, concluyó el Papa Francisco en el Ángelus, el domingo, 2 de agosto de 2020.
La Palabra de Dios ofrece mensajes profundos, enseñanzas valiosas y una oportunidad para la reflexión. El Evangelio ocupa un lugar central en la misa y permite que Cristo continúe su obra de salvación.
“Cuando rezamos, Dios abre nuestros ojos, renueva y cambia nuestro corazón, cura nuestras heridas”. Aquí compartimos los textos del miércoles 4 de diciembre de 2024 según lo dispuesto por el Vaticano.
Lectura del libro de Isaías
Is 25, 6-10
En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos;un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Él arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones.
Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá:”Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte”.
Lectura del Evangelio según San Mateo
Mt 15, 29-37
En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino”. Los discípulos le preguntaron: “¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?” Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos contestaron: “Siete, y unos cuantos pescados”.
Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.
Es Palabra de Dios. Gloria a ti, Señor Jesús.