El Evangelio de hoy nos propone pensar que el cristiano está llamado a reconocer al Señor en los marginados, este pasaje que comienza en el camino a Jericó con “un no ver, un ciego, y termina con un ver: “Todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios”. Hay, tres clases de personas en este texto: el ciego, los que estaban con Jesús y el pueblo”, explicó el Papa Francisco en la Homilía Jericó en vía Ottaviano, lunes 17 de noviembre de 2014.
“El ciego, por la «enfermedad que le había quitado la vista, no veía, mendigaba», dijo el Pontífice. El ciego sentado al borde del camino. Ese hombre no veía pero sabía todo lo que sucedía en la ciudad. Así, pues, estaba precisamente en la entrada de la ciudad de Jericó y de ese modo sabía todo y quería saber todo. Sin embargo, cuando percibió que precisamente Jesús se acercaba, gritó. Y «cuando querían hacerlo callar, gritaba aún más fuerte». ¿Cuál es la razón de su actitud?”.
“La segunda clase de personas que encontramos en el pasaje evangélico está formada, en cambio, por los que caminaban con el Señor. Son «los discípulos, también los apóstoles, los que lo seguían e iban con el Señor». Estaban también los convertidos, los que habían aceptado el reino de Dios. Precisamente ellos reprendieron al ciego para que callase. Y obrando así alejaban al Señor de una periferia. En efecto, esta periferia no podía llegar al Señor, porque este círculo —con muy buena voluntad— cerraba la puerta”
“Esta gente que estaba con Jesús había olvidado los malos momentos de la propia marginación; había olvidado el momento en el que Jesús los había llamado, y de dónde». Así, ahora decían: «Ahora somos elegidos, estamos con el Señor». Y con este «pequeño mundo eran felices» pero «no permitían que la gente molestase al Señor». Hasta el punto que «no dejaban aproximarse, acercarse, ni siquiera a los niños». Eran personas que, habían olvidado el camino que el Señor había hecho con ellos. Entonces cuando Dios se detiene, lo hace siempre con misericordia y justicia. ”.
“El tercer grupo es el pueblo sencillo que necesita signos de salvación: Todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios. Y, cuántas veces encontramos gente sencilla, muchas ancianas que caminan y van, y con mucho sacrificio, a rezar a un santuario de la Virgen. Son personas que no piden privilegios, piden sólo gracia”, concluyó el Papa Francisco en la Homilía Jericó en vía Ottaviano, lunes 17 de noviembre de 2014.
La Palabra de Dios ofrece mensajes profundos, enseñanzas valiosas y una oportunidad para la reflexión espiritual. El Evangelio ocupa un lugar central en la misa y permite que Cristo continúe su obra de salvación.
“Cuando rezamos, Dios abre nuestros ojos, renueva y cambia nuestro corazón, cura nuestras heridas”. Aquí los textos del lunes 18 de noviembre de 2024 según lo dispuesto por el Vaticano.
Lectura del libro del Apocalipsis
Apoc 1, 1-4; 2, 1-5
Ésta es la revelación que Dios le confió a Jesucristo, para que él manifestara a sus servidores lo que tiene que suceder en breve, y que comunicó, por medio de un ángel, a su siervo Juan. El cual narra lo que vio y afirma que es palabra de Dios, atestiguada por Jesucristo. Dichosos los que lean y escuchen la lectura de esta profecía y hagan caso de lo que en ella está escrito, porque el tiempo señalado está cerca.
Yo, Juan, les deseo la gracia y la paz a las siete comunidades cristianas de la provincia de Asia, de parte del que es, del que era, del que ha de venir, y de parte de los siete espíritus que están ante su trono.
Oí al Señor, que me decía: “Al encargado de la comunidad cristiana de Efeso escríbele así: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y camina entre los siete candelabros de oro:
‘Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo, y descubriste que eran unos mentirosos. Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga. Pero tengo en contra tuya que ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes“.
Lectura del Evangelio según San Lucas
Lc 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!” Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”
Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” Él le contestó: “Señor, que vea”. Jesús le dijo: “Recobra la vista; tu fe te ha curado”.
Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Es Palabra de Dios.