Cuando hay bajas temperaturas el agua tiende a congelarse y formar capas de hielo que preocupan y ponen en riesgo la salud de muchos. Es por ello que se sabe que el mejor aliado casero para evitar esto es la sal.
Una de las soluciones ampliamente conocidas para enfrentarse al problema del hielo es la sal. Además es de fácil alcance y no ensucia ¿Qué función cumple la sal?
Al echar sal no se derrite el hielo, tal y como señala la creencia popular. Con esta tarea lo que se consigue es la disminución de la temperatura del punto de congelación, un efecto que se conoce como descenso crioscópico.
Si normalmente el agua se congela a los 0ºC, la sal hace que el agua se congele a una temperatura aproximada de unos -10º, una temperatura que puede variar dependiendo de la cantidad de sal.
Para que este proceso cause efecto, el agua debe estar en estado líquido y no hay que esperar que se forme el hielo para echarla. De este modo, se evita que el agua se congele con las bajas temperaturas.
Sin embargo, este truco para evitar las placas de hielo también tiene efectos negativos, tal y como indican investigadores. La sal es perjudicial tanto para cañerías y automóviles, por ejemplo, ya que los materiales pueden dañar el funcionamiento de estos.
Además, el medioambiente tampoco agradece las grandes cantidades de sal en el entorno. Cuando la nieve y el hielo desaparecen, la sal permanece y se distribuye por la zona y, en caso de llegar a la fauna y la flora, estas pueden terminar por dañarse, por ejemplo, cuando la sal afecta al sustrato de las plantas.