La enfermera Sette Buenaventura, de 26 años, estaba trabajando en primera línea frente al coronavirus cuando notó un dolor punzante en su pierna.
Aquello fue en el mes de abril, durante la primera gran oleada de la pandemia, donde el agotamiento físico estaba a la orden del día.
Entonces, la joven achacó esos dolores al resultado de los agotadores turnos de trabajo en el Hospital Real de Salford y los ignoró.
Sin embargo, cuando el dolor se hizo tan insoportable que ya no podía caminar, decidió buscar ayuda de sus colegas y las pruebas revelaron que tenía un sarcoma en su pierna derecha.
Como consecuencia, a Sette Buenaventura le tuvieron que amputar la pierna para poder salvarle la vida.
Ahora está reaprendiendo a caminar gracias a una prótesis y espera poder reincorporarse a trabajar en noviembre.
En unas declaraciones a BBC, Sette dijo que quería que otras personas aprendieran de su experiencia: “Creo que es muy importante que cualquier persona con un dolor persistente vaya a hacerse un chequeo médico”. “Si yo lo hubiera hecho a tiempo, probablemente ahora estaría en una situación distinta”.