Las Cuevas de Acsibi, situadas en los impresionantes Valles Calchaquíes de Salta, son un fenómeno natural cautivador que permanece casi desconocido para muchos visitantes.
A pesar de su proximidad a Seclantás, también conocida como la “cuna del poncho” por su riqueza en artesanías, pocos aventureros se detienen en este rincón escondido para apreciar las extraordinarias formaciones rocosas que caracterizan a estas cuevas.
Esta baja afluencia de turistas convierte al lugar en un auténtico “tesoro por descubrir”, cuya magia es resaltada por el juego de luces y sombras, ofreciendo una experiencia visual única.
Estas cavernas están situadas en la finca Montenieva, propiedad de Fido Abán, quien ha vivido toda su vida en la región.
Las Cuevas de Acsibi, que en kakán, la lengua de los pueblos originarios, significa “lugar donde está la luz o donde está el fuego”, son testigos de un espectáculo natural donde la luz del sol filtra a través de diversas aberturas y transforma el interior en un espacio de colores intensos.
Según Abán, antes de la pandemia, este sitio era mayormente visitado por turistas extranjeros y pocos salteños conocían de su existencia.
Sin embargo, “recién ahora los argentinos empiezan a disfrutar de caminar, recorrer sitios en medio de la naturaleza y vivir experiencias más intensas, no tan pasivas”, afirma Abán.
Cómo llegar a las Cuevas de Acsibi
Para acceder a las Cuevas de Acsibi, se debe partir desde la hostería La Enramada, ubicada a siete kilómetros de Seclantás.
La excursión comienza en vehículos 4x4 y continúa con una caminata de aproximadamente 10 kilómetros, cruzando el desfiladero multicolor de la Quebrada del Rincón y varias escaleras colgantes.
La travesía, que dura más de cuatro horas, es de baja dificultad y transcurre por un escenario natural impresionante que culmina en las cuevas mismas.
Durante el trayecto, los visitantes observan estalactitas que simulan enormes velas derretidas y piedras de arenisca rojiza que parecen cobrar vida bajo los reflejos solares.