“Esta petición de Jesús es siempre válida. Siempre debemos orar al “dueño de la mies”, que es Dios Padre, para que envíe obreros a trabajar en su campo, que es el mundo. Y cada uno de nosotros lo debe hacer con un corazón abierto, con una actitud misionera.
Cuando envía a los setenta y dos discípulos, Jesús les da instrucciones precisas que expresan las características de la misión. La primera ―ya lo hemos visto―: rezad; la segunda: id; y luego: no llevéis bolsa o alforja...; decid: “Paz a esta casa”... permaneced en esa casa... No vayáis de casa en casa; curad a los enfermos y decidles: “El Reino de Dios está cerca de vosotros”; y, si no os reciben, salid a las plazas...
Estos imperativos muestran que la misión se basa en la oración; que es itinerante: que requiere desapego y pobreza; que trae paz y sanación, signos de la cercanía del Reino de Dios; que no es proselitismo sino anuncio y testimonio; y que también requiere la franqueza y la libertad para irse... pero sin condenas ni maldiciones”, sostiene el Papa Francisco en Ángelus, 7 de julio de 2019.
El Evangelio relata la vida y palabras de Jesucristo, ocupa un lugar central en la celebración de la misa. La liturgia de la Palabra permite adentrarse en las enseñanzas que la Palabra de Dios transmite.
Compartimos los textos del martes 9 de julio de 2024 de acuerdo al Vaticano.
Lectura de la profecía de Oseas
Os 8, 4-7. 11-13
Esto dice el Señor:”Han nombrado reyes sin contar conmigo, han escogido príncipes sin saberlo yo. Con su oro y su plata se han hecho ídolos, para su perdición. Tu becerro, Samaria, es repulsivo y mi ira arde contra él.
¿Hasta cuándo serán incapaces de purificarselos hijos de Israel? Un artesano ha hecho ese becerro, que no es Dios,por eso quedará hecho trizas. Siembran vientos y cosecharán tempestades; su trigo no dará espigas, no producirá harina su grano, y si la produce, los extranjeros se la comerán.
Efraín ha construido multitud de altares,y sólo le han servido para pecar.Aunque yo les escribiera todas mis leyes,las ignorarían como si fueran de un extraño. Aunque inmolen víctimas en mi honor y coman su carne, no me dan gusto, pues tengo presentes sus culpas y castigaré sus pecados. Por eso volverán a la esclavitud’'.
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 9, 32-38
En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada, decía: “Nunca se había visto nada semejante en Israel”. Pero los fariseos decían: “Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios”.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”.
Es Palabra de Dios.