El Evangelio de hoy, 6 de septiembre: “¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen?”

La Palabra de Dios transmite mensajes, enseñanzas y la oportunidad de reflexión. Compartimos aquí la Liturgia del viernes 6 de septiembre, según el Vaticano.

El Evangelio de hoy, 6 de septiembre: “¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen?”
"Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre''.

El cristiano es fundamentalmente gozoso. Y por eso al final del Evangelio, cuando traen el vino, cuando habla del vino, me hace pensar en las bodas de Caná: y por eso Jesús hizo ese milagro; por eso la Virgen, cuando se dio cuenta de que ya no había vino, pero si no hay vino no hay fiesta... Imaginemos terminar esa boda, tomando té o jugo: no funciona... es una fiesta y la Virgen pide un milagro”, reflexionó el Papa Francisco en Santa Marta, 6 de septiembre de 2013.

“La vida cristiana es alegre, alegre de corazón (…) Así pues, es tal «la segunda actitud cristiana: reconocer a Jesús como el todo, como el centro, la totalidad», aunque existirá siempre la tentación de rechazar esta «novedad del Evangelio, este vino nuevo» en comportamientos viejos (…) Es pecado, todos somos pecadores. (...) Los odres viejos no pueden contener vino nuevo. Es la novedad del Evangelio. Jesús es el novio, el novio que se casa con la Iglesia, el novio que ama a la Iglesia, que da su vida por la Iglesia”.

“¡Y Jesús hace este banquete de bodas! Jesús nos pide la alegría de la celebración, la alegría de ser cristianos. Y también nos pide totalidad: es todo Él y si tenemos algo que no es de Él, arrepentirnos, pedir perdón y seguir adelante. Que el Señor nos dé a todos la gracia de tener siempre esta alegría, como si fuéramos a una boda. Y teniendo también esta fidelidad que es el único marido que es el Señor”, concluyó el Santo Padre.

El Evangelio, que relata la vida y las palabras de Jesucristo, ocupa un lugar central en la celebración de la misa. La liturgia permite adentrarse en las enseñanzas que la Palabra de Dios nos transmite.

Aquí los textos del viernes 6 de septiembre de 2024 según el Vaticano.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los cristianos de Corintios

1 Cor 4, 1-5

Hermanos: Procuren que todos nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.

Ahora bien, lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor. Entonces él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada uno la alabanza que merezca.

"Solamente somos servidores, por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe, y cada uno de nosotros hizo lo que el Señor le encomendó. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer. ", escribió San Pablo.
"Solamente somos servidores, por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe, y cada uno de nosotros hizo lo que el Señor le encomendó. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer. ", escribió San Pablo.

Lectura del santo evangelio según San Lucas

Lc 5, 33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: “¿Por qué los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oración, igual que los discípulos de los fariseos, y los tuyos, en cambio, comen y beben?

Jesús les contestó: “¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces sí ayunarán”.

Les dijo también una parábola: “Nadie rompe un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque echa a perder el nuevo, y al vestido viejo no le queda el remiendo del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres y entonces el vino se tira y los odres se echan a perder. El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos y así se conservan el vino y los odres. Y nadie, acabando de beber un vino añejo, acepta uno nuevo, pues dice: ‘El añejo es mejor’”.

Es Palabra de Dios.

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