El Evangelio de hoy, 30 de julio: “La cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles”

La liturgia ofrece la oportunidad de conocer las enseñanzas y mensajes que la Palabra de Dios transmite. Compartimos las lecturas del martes 30 de julio, según el Vaticano.

El Evangelio de hoy, 30 de julio: “La cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles”
"A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón"

“Jesús habla de nuestro mundo, que en realidad es como un gran campo, donde Dios siembra trigo y el maligno cizaña, y así el bien y el mal crecen juntos (…). Hay, sin embargo, un segundo campo en el que podemos limpiar: es el campo de nuestro corazón, el único en el que podemos intervenir directamente. También allí hay trigo y cizaña, de hecho, es desde allí desde donde ambos se extienden al mundo.

Hermanos y hermanas, nuestro corazón, en efecto, es el campo de la libertad: no es un laboratorio aséptico, sino un espacio abierto y, por tanto, vulnerable. Para cultivarlo adecuadamente, es necesario, por una parte, cuidar constantemente los delicados brotes de bondad y, por otra, identificar y erradicar las malezas, en el momento justo. Así pues, miremos en nuestro interior y examinemos un poco que ocurre...

Que está creciendo en mi de bien y de mal. Existe un hermoso método para hacerlo: aquello que se llama el examen de conciencia, que es ver qué sucede hoy en mi vida, qué me impactó en el corazón y qué decisión tomé. Y esto sirve precisamente para verificar, a la luz de Dios, donde están las hierbas malas y donde la semilla buena”. reflexionó Francisco, en el Ángelus, 23 de julio de 2023.

El Evangelio, que relata la vida y las palabras de Jesucristo, ocupa un lugar central en la celebración de la misa. La liturgia permite adentrarse en las enseñanzas que la Palabra de Dios nos transmite.

Aquí los textos del martes 29 de julio de 2024 según el Vaticano.

Lectura del profeta Jeremías

Jer 14, 17-22

Que mis ojos lloren sin cesar de día y de noche, porque la capital de mi pueblo está afligida por un gran desastre, por una herida gravísima. Si salgo al campo, encuentro gente muerta por la espada; si entro en la ciudad, hallo gente que se muere de hambre. Hasta los profetas y los sacerdotes andan errantes por el país y no saben qué hacer.

¿Acaso has rechazado, Señor, a Judá?¿O te has cansado ya de Sión?¿Por qué nos has herido tan gravemente, que ya no tenemos remedio? Esperábamos tranquilidad y sólo hay perturbación; esperábamos la curación y sólo encontramos miedo.

Reconocemos, Señor, nuestras maldades y las culpas de nuestros padres; hemos pecado contra ti. Por ser tú quien eres, no nos rechaces;no deshonres el trono de tu gloria. Acuérdate, Señor, de tu alianza con nosotros y no la quebrantes. ¿Acaso los ídolos de los paganos pueden hacer llover?¿Acaso los cielos, por sí solos, pueden darnos la lluvia? Tú solo, Señor y Dios nuestro, haces todas estas cosas, por eso en ti tenemos puesta nuestra esperanza.

"Nosotros hemos visto, y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo", escribió San Juan en su primera carta.
"Nosotros hemos visto, y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo", escribió San Juan en su primera carta.

Lectura del santo Evangelio según San Mateo

Mt 13, 36-43

En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”.

Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga’'.

Es Palabra de Dios.

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