“Y ante la Cruz, permaneció en silencio, observando a su Hijo. Quizás escuchó comentarios del tipo: ‘Mira, esa es la Madre de uno de los tres delincuentes’. Pero ella dio la cara por su Hijo”.
”Esto que digo ahora –añadió el Papa Francisco, en la capilla de la Casa Santa Marta– son pequeñas palabras para ayudar a contemplar, en silencio, este misterio. En ese momento, Ella dio a luz a todos nosotros: dio a luz a la Iglesia. ‘Mujer’ –le dice el Hijo– ‘he aquí a tu hijo’. No dice ‘madre’, dice ‘mujer’. Mujer fuerte, valiente; mujer que estaba allí para decir: ‘Este es mi Hijo, no reniego de Él’”.
Francisco afirmó que el Evangelio del día era más que para reflexionar, para contemplar y pidió “que sea el Espíritu Santo el que nos diga a cada unos de nosotros lo que necesitamos”. En la liturgia de la Palabra compartimos los textos del lunes 2 de mayo de acuerdo al sitio web del Vaticano.
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis
Génesis 3, 9-15. 20
El Señor Dios llamó a Adán y le dijo: «¿Dónde estás?». Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí». El Señor Dios le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí». El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?».La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza, cuando tú la hieras en el talón».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo Evangelio según San Juan
Jn 19, 25-34
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
Es Palabra de Dios.