El Evangelio de hoy, 19 de agosto: “Vende lo que tienes y dáselo a los pobres; luego ven y sígueme”

La Palabra de Dios transmite mensajes, enseñanzas y la oportunidad de reflexión. A continuación, compartimos la Liturgia católica del lunes 19 de agosto de 2024, según el Vaticano.

El Evangelio de hoy, 19 de agosto: “Vende lo que tienes y dáselo a los pobres; luego ven y sígueme”
Jesús le dijo al joven: “Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”.

¿Qué le faltaba a ese hombre rico? El don, la gratuidad: «Vete, vende lo que tienes y dáselo a los pobres». Esto es lo que quizás también nos falta a nosotros. A menudo hacemos lo mínimo indispensable, mientras que Jesús nos invita a hacer lo máximo posible. ¡Cuántas veces nos conformamos con los deberes —los preceptos, alguna oración y muchas cosas así—, mientras Dios, que nos da la vida, nos pide impulsos de vida!”, explicó el Papa Francisco en el Ángelus, 10 de octubre de 2021.

“En el Evangelio de hoy se ve claramente este paso del deber al don; Jesús comienza recordando los mandamientos: «No mates, no cometas adulterio, no robes ...» etc., y llega a la propuesta positiva: “¡Ve, vende, da, sígueme! La fe no puede limitarse a los noes, porque la vida cristiana es un sí, un sí de amor. Hoy podemos preguntarnos: “¿Cuál es la situación de mi fe? ¿La vivo como algo mecánico, como una relación de deber o de interés con Dios?

¿Me acuerdo de alimentarla dejando que Jesús me mire y me ame?”. Dejarse mirar y amar por Jesús; dejar que Jesús nos mire, nos ame. “Y, atraído por Él, ¿correspondo con gratuidad, con generosidad, con todo el corazón?”, concluyó el Papa Francisco.

El Evangelio, que relata la vida y las palabras de Jesucristo, ocupa un lugar central en la celebración de la misa. La liturgia permite adentrarse en las enseñanzas que la Palabra de Dios nos transmite.

Aquí los textos del lunes 19 de agosto de 2024 según el Vaticano.

Lectura de la profecía de Ezequiel

Ez 24, 15-24

El Señor me habló y me dijo: “Hijo de hombre, voy a arrebatarte repentinamente a tu esposa, que es el encanto de tus ojos; pero no llores ni hagas duelo ni derrames lágrimas; aflígete en silencio, sin hacer duelo; ponte el turbante y las sandalias; no te cubras la cara ni comas comida de duelo”.

Por la mañana estuve hablando a la gente y por la tarde murió mi esposa. A la mañana siguiente hice lo que el Señor me había mandado. Entonces me preguntó la gente: “¿Quieres explicarnos lo que estás haciendo?”

Yo les respondí: “El Señor me ha dicho: ‘Dile a la casa de Israel que el Señor dice esto: Voy a profanar mi santuario, que es la causa del orgullo de ustedes, el encanto de sus ojos y el amor de su corazón. Sus hijos e hijas morirán a espada. Entonces harán lo que Ezequiel ha hecho: no se cubrirán la cara ni comerán comida de duelo; seguirán con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies; no llorarán ni harán duelo; se consumirán por su culpa y se lamentarán unos con otros.

Ezequiel les servirá de ejemplo; ustedes harán lo mismo que él ha hecho. Y cuando esto suceda, sabrán que yo soy el Señor Dios’ “.

Detalle de un vitral, de la Catedral de Bruselas (Bélgica), que representa Querubines y un Carruaje, visión del profeta Ezequiel.
Detalle de un vitral, de la Catedral de Bruselas (Bélgica), que representa Querubines y un Carruaje, visión del profeta Ezequiel.

Lectura del santo evangelio según San Mateo

Mt 19, 16-22

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: “Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?” Le respondió Jesús: “¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos”. El replicó: “¿Cuáles?”

Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo.

Le dijo entonces el joven: “Todo eso lo he cumplido desde mi niñez, ¿qué más me falta?” Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.

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