En el corazón de Salta se encuentra uno de los paisajes más sorprendentes y dinámicos de Argentina: los Médanos de Cafayate.
Este campo de dunas móviles, que abarca aproximadamente 20 kilómetros cuadrados, ofrece un espectáculo natural único, donde la arena nunca deja de moverse, creando un escenario en constante transformación.
Un destino ideal para los amantes de la aventura y la naturaleza, que combina belleza, diversión y misterio en un solo lugar.
Dónde queda
Los Médanos de Cafayate están ubicados a solo 8 kilómetros de la ciudad de Cafayate, en la provincia de Salta, y son accesibles por la Ruta N° 68.
Este pintoresco camino está bordeado por álamos y rodeado de viñedos que pertenecen a las diversas bodegas de la región, ofreciendo un paisaje único en el trayecto hacia las dunas.
Se puede llegar en auto, cuatriciclo o incluso alquilando bicicletas, lo que permite disfrutar del entorno de una manera más pausada y cercana a la naturaleza.
Qué actividades se pueden hacer
En los Médanos de Cafayate, las posibilidades de diversión son prácticamente infinitas. Las enormes dunas de arena fina permiten realizar caminatas durante el día, bajo la luz de la luna o al atardecer, convirtiéndose en un escenario perfecto para explorar.
Para quienes buscan emociones más intensas, hay recorridos en 4x4, sandboard y cuatriciclos, actividades que desafían la destreza de los visitantes y garantizan adrenalina pura.
Los paseos a caballo son otra opción muy popular, permitiendo recorrer las dunas a un ritmo más tranquilo y contemplativo. “Es una experiencia muy divertida y recomendable para realizar en familia”, aseguran los guías locales.
Además, las caminatas y el trekking son perfectos para quienes disfrutan de escalar las dunas y deslizarse por sus laderas, una actividad que los niños, en particular, disfrutan enormemente.
Por qué se destaca
Lo que realmente hace únicos a los Médanos de Cafayate es su constante movimiento. Estas dunas, que alcanzan alturas de entre 25 y 30 metros, se forman gracias a la acción del viento que acarrea las arenas del Río Santa María.
Este fenómeno no solo moldea el paisaje, sino que también hace que las dunas se desplacen dentro de un bosque de algarrobos, avanzando y cambiando de forma de manera continua.
