Cada 31 de octubre, la frase “dulce o truco” se vuelve popular en diversas celebraciones de Halloween, incluso en Argentina, donde esta costumbre ha ganado terreno en los últimos años. Pero, ¿de dónde proviene esta tradición que invita a los niños a disfrazarse y pedir golosinas puerta a puerta?
La práctica de pedir dulces tiene sus raíces en una antigua festividad celta llamada Samhain, celebrada en Irlanda y Escocia hace más de 2.000 años. Los celtas creían que el 31 de octubre, en la víspera de Año Nuevo celta, los espíritus de los muertos regresaban al mundo de los vivos.
Para ahuyentar a los espíritus malintencionados, los habitantes encendían hogueras y usaban disfraces, con la esperanza de no ser reconocidos o molestados por estas entidades.
Con la expansión del cristianismo, Samhain se transformó en la celebración del Día de Todos los Santos y la víspera se convirtió en lo que hoy conocemos como Halloween.
En la Edad Media
Durante la Edad Media en Europa, existía una tradición llamada souling: los pobres iban de casa en casa pidiendo pan y, a cambio, ofrecían oraciones por las almas de los familiares fallecidos de sus benefactores. Esta práctica se considera una de las precursoras del “dulce o truco” moderno.
El término “trick or treat” (dulce o truco) se popularizó en Estados Unidos en los años 30, cuando los niños comenzaron a pedir golosinas en sus vecindarios, amenazando con hacer una pequeña “travesura” si no recibían alguna recompensa.
La tradición llegó a Argentina más tarde, en parte gracias a la influencia del cine y la televisión, y hoy en día es común ver niños disfrazados en algunas zonas del país, principalmente en ciudades.
Aunque Halloween en Argentina aún no es tan masivo como en otros lugares, “dulce o truco” ha encontrado un espacio en las celebraciones modernas. Cada año, más familias adoptan esta costumbre que fusiona historia y diversión en una noche llena de disfraces, misterio y, sobre todo, muchos dulces.
