La “Puerta al Infierno” es uno de los lugares más fascinantes y extraños del planeta, ubicado en medio del desierto de Karakum, en Turkmenistán.
Este cráter, oficialmente conocido como el cráter de Darvaza, arde sin cesar desde hace más de 40 años y atrae a turistas de todo el mundo que desean ver de cerca este espectáculo único.
Originado por un accidente durante una prospección de gas en la década de 1970, hoy en día es un destino imperdible para los viajeros más aventureros.
Cómo llegar a La Puerta al Infierno
Para llegar a la Puerta del Infierno, el primer paso es llegar a Ashgabat, la capital de Turkmenistán, desde donde se puede tomar un vehículo hacia el desierto de Karakum.
El trayecto hasta Darvaza dura alrededor de tres horas y puede realizarse en jeep, ya que el camino es de arena y grava.
Muchos visitantes optan por contratar un guía local que conozca la zona, especialmente porque el cráter se encuentra en un lugar remoto y poco señalizado.
Existen excursiones en 4x4 que suelen incluir paradas en campamentos nómades, donde los visitantes pueden conocer más sobre la cultura local antes de llegar al cráter.
Actividades que se pueden hacer
La Puerta del Infierno es, en sí misma, la atracción principal, ya que este enorme agujero de 60 metros de diámetro y 20 metros de profundidad sigue ardiendo día y noche, creando un paisaje surrealista y espectacular.
Muchos visitantes aprovechan para acampar cerca del cráter, ya que el contraste entre el resplandor del fuego y la oscuridad del desierto ofrece una experiencia mágica, especialmente al atardecer.
Las excursiones al cráter suelen incluir actividades como observación de estrellas y caminatas por el desierto.
Es una experiencia impresionante observar el cráter en silencio y ver cómo las llamas emergen sin descanso, brindando una vista que pocos lugares en el mundo pueden ofrecer.
Por qué se destaca
Lo que hace de la Puerta del Infierno un sitio tan singular es su origen y la permanencia de las llamas. En 1971, durante una perforación en busca de gas, los geólogos soviéticos provocaron un colapso en el terreno que dejó expuesto un enorme yacimiento de gas natural.
Para evitar que los gases tóxicos se esparcieran, decidieron prender fuego al agujero, creyendo que se apagaría en pocos días.
Sin embargo, más de cuatro décadas después, el cráter de Darvaza sigue ardiendo, convirtiéndose en un fenómeno natural casi eterno que no ha dejado de asombrar a turistas y científicos.
Este “portal al averno” es un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y de cómo, a veces, las intervenciones humanas tienen resultados impredecibles.