Durante 60 años fue la atracción de un museo forense de Bangkok, Tailandia, pero por cuestiones humanitarias y respeto a las víctimas era insostenible mantener su exhibición cual entretenimiento. Finalmente, las autoridades decidieron cremar la momia de Si Uey Sae-Ung, el famoso hombre que había sido condenado a muerte acusado de asesinar y comer a seis niños en 1958.
La historia lo describe como un inmigrante chino que se ganaba la vida como trabajador agrícola en la aldea sureña de Thap Sakae. “Él no podía hablar o entender tailandés, pero yo le entendía (...). Solo nos sonreíamos cuando nos encontrábamos. Aparentemente parecía honesto y le gustaba sonreír”, dijo a la agencia EFE Whipa Kitichotekul, una tailandesa de 83 años que coincidió con Si Uey en esa zona.
“En aquella época era contratado por los dueños de muchas granjas para recoger cocos o verdura. Estoy convencida de que es inocente”, sostuvo la anciana. Créase o no, para muchos todavía Si Uey es considerado un “perejil”, pese a que al ser interrogado por la Policía confesara el secuestro y la matanza de seis menores para comerse sus órganos.
Según la versión oficial, el sujeto fue arrestado en 1958 después de que una mujer lo encontrara frente a una hoguera donde sobresalía la pierna de su hijo Somboon, al que hacía horas que esperaba en casa.
Un año más tarde, el 17 de septiembre de 1959, el hombre fue ejecutado ante un pelotón de fusilamiento. Su cadáver, luego de ser estudiado por los forenses, fue conservado y expuesto en el museo del hospital Siriraj. Pero las leyendas de terror en torno a su persona se incrementaron: en el país asiático, es común que los padres tailandeses le digan a sus hijos que no salgan de noche, porque vendrá Si Quey a “comerles el hígado”.
Más allá del folclore, el año pasado, y tras una fuerte campaña, 10.000 personas firmaron la petición en Change.org para retirar el cadáver del museo e incinerarlo.
La presión dio resultado, pero el vicedecano de la Facultad de Medicina del Hospital Siriraj, Narit Kitnarong, mantiene otra postura. Afirmó que la exhibición de Si Uey tenía un valor pedagógico “para enseñar a los niños a tener cuidado, a no salir de noche de casa y a aprender la manera correcta de comportarse”.
Y aunque algunos insistan en la inocencia del caníbal, no hay constancia de que las autoridades tengan intención de revisar el caso.