La pregunta sobre si los sueños tienen color o son en blanco y negro ha intrigado a la ciencia durante décadas. Estudios recientes sugieren que la respuesta depende de factores culturales, generacionales y biológicos.
Mientras algunos reportan sueños vívidamente coloridos, otros afirman que los experimentan en tonos monocromáticos. Pero, ¿qué dice la ciencia al respecto?
Investigaciones han demostrado que la mayoría de las personas sueña en color. Un estudio de la Universidad de Dundee, en Escocia, encontró que aproximadamente el 80% de los participantes aseguraron que sus sueños incluían colores.
Sin embargo, también se observó que quienes crecieron viendo televisión en blanco y negro tenían más probabilidades de describir sus sueños de esa forma. Esto refuerza la teoría de que las experiencias visuales durante la vigilia influyen directamente en el contenido de los sueños.
El color en los sueños no siempre es consciente. Según la Asociación Internacional para el Estudio de los Sueños, la mayoría de las personas no presta atención a los colores específicos mientras sueña.
Sin embargo, cuando se les pide que los recuerden, muchos mencionan tonalidades predominantes como el azul, el rojo o el verde.
Estos colores suelen estar vinculados a emociones específicas: el azul con la calma, el rojo con la pasión o la alerta, y el verde con la esperanza.
Bases neurológicas
Desde una perspectiva científica, los colores en los sueños podrían estar relacionados con la actividad del córtex visual en el cerebro.
Durante la fase REM del sueño, esta región se activa de manera similar a cuando estamos despiertos, lo que explica por qué las imágenes oníricas pueden ser tan vívidas. Además, el cerebro procesa los colores como parte del entorno onírico, integrándolos de manera natural en el contenido del sueño.
En definitiva, los colores en los sueños no son un fenómeno uniforme, sino una experiencia que depende de múltiples factores, desde la memoria visual hasta la biología del cerebro. Una prueba más de cómo el mundo de los sueños refleja tanto nuestra realidad como las profundidades de nuestra mente.