El escurridor de platos es un accesorio imprescindible en cualquier cocina. Diseñado para facilitar el secado al aire libre de platos, vasos y utensilios, este elemento no solo promueve el orden, sino que también mejora la higiene al evitar la acumulación de humedad y la proliferación de bacterias.
Su uso asegura que los utensilios estén secos y listos para su próximo uso, que contribuye al mantenimiento de un ambiente limpio y saludable. Los escurridores están disponibles en una variedad de materiales, como plástico, acero inoxidable y bambú, cada uno con características particulares.
Los de plástico son ligeros, económicos y fáciles de mover. Los de acero inoxidable destacan por su durabilidad y resistencia a la corrosión. Independientemente del material, el cuidado adecuado prolongará su vida útil y mantendrá su funcionalidad.
Cómo mantener la limpieza del escurridor
Para mantener el escurridor en óptimas condiciones, es importante limpiarlo regularmente.
- Enjuagarlo con agua caliente después de cada uso elimina restos de jabón y alimentos. Una limpieza más profunda, realizada semanalmente con una mezcla de agua caliente y vinagre blanco, ayuda a desinfectar y prevenir olores desagradables.
- Para evitar el desarrollo de moho y hongos, es esencial secarlo completamente después de cada limpieza, ya sea con un paño limpio o al aire libre. Además, ubicarlo en un lugar ventilado minimiza la acumulación de humedad.
El bicarbonato de sodio es otro aliado útil para eliminar manchas difíciles y grasa acumulada. Espolvorea un poco sobre las áreas afectadas, frótalas con una esponja húmeda y enjuaga con agua caliente.
- Este abrasivo suave no daña las superficies y restaura el aspecto del escurridor. Por su parte, el agua oxigenada actúa como desinfectante natural. Mezcla una taza de agua con media taza de agua oxigenada y un cuarto de detergente para una limpieza profunda, eliminando microorganismos sin dejar residuos químicos.
- Si tu escurridor es de acero inoxidable podés devolverle su brillo natural con una solución de agua y jugo de limón. El ácido cítrico elimina manchas de agua, dejando la superficie impecable. Aplica la mezcla con un paño suave, frota con cuidado, enjuaga y seca para obtener un acabado reluciente.