Enamorarse de una persona es algo que no puede evitarse. Sucede de forma imprevista, en ocasiones sin ser buscado. Una vez que acontece, el mundo parece iluminarse y una sonrisa se forma de oreja a oreja. Es que cuando el amor es recíproco, se siente una especie de magia en el ambiente. Sin embargo, cuando no es correspondido, surgen las dificultades.
De esta circunstancia surge lo que se conoce como “limerencia”, un término acuñado para describir la obsesión que surge a partir de la necesidad de ser amado o sentirse amado. Este concepto denota un desorden mental subconsciente que deriva de una atracción romántica hacia alguien que no comparte los mismos sentimientos.
Este fenómeno está relacionado con el temor al rechazo o a la idea de no ser la persona “adecuada” para la persona de la que se está enamorado. En esta dinámica, se subraya que puede manifestarse tanto con alguien conocido como con una figura platónica o inalcanzable.
Cómo detectar un amor obsesivo
Ante este complejo panorama, surge la interrogante: ¿quiénes son más susceptibles de experimentar limerencia? Aunque los especialistas concuerdan en que aún no existen estudios científicos que respalden definitivamente esta cuestión, se sugiere que podría estar relacionada con individuos que padecen inseguridad emocional. En otras palabras, con aquellos que tienen una “necesidad de estima”.
Idealización: La persona que experimenta limerencia coloca a la persona objeto de su afecto en un pedestal, negando sus aspectos negativos y creando ilusiones al atribuirle cualidades positivas que pueden no ser reales. La percibe como una figura “ideal” y “perfecta”.
Aislamiento social: El individuo limerente tiende a alejarse de su círculo social y a volverse más introvertido. Pierde interés en las actividades con amigos, deja de participar en reuniones y evita las salidas en grupo. Su principal enfoque se dirige hacia la persona que le atrae.
Cambios en el estado de ánimo: La incapacidad de obtener lo deseado provoca alteraciones en el estado de ánimo. Aparecen el malhumor, la tristeza, la irritación y la frustración. Siente impotencia al tratar de controlar los acontecimientos relacionados con la otra persona.
Pérdida de motivación: El interés por las actividades cotidianas disminuye y la atención se desvía hacia el futuro, especulando sobre posibles situaciones con la persona amada. Esto conlleva una disminución de la productividad y la concentración en diversos aspectos de la vida.
Malestar físico y mental: Surgen síntomas físicos como ansiedad, palpitaciones y dificultades para conciliar el sueño. En ocasiones, la persona puede pasar horas sumida en pensamientos acerca de la otra persona, perdiendo la noción del tiempo y del espacio, lo que genera un estado de desorientación.
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