En una aventura que parece sacada de un sueño, un grupo de amigos del Alto Valle de Río Negro y Neuquén descubrió un paraíso oculto en la Patagonia, donde los salmones chinook de dimensiones colosales acechan en las aguas del río de las Vueltas, a unos 30 km de El Chaltén.
Fede “El Picante” Ruiz, Julián “Tota” Matamala, Andrés “El Chileno” Méndez y Luquitas Nahuel, conformando el grupo “Patagonia Picante”, se aventuraron en un viaje de aproximadamente 2000 kilómetros, atravesando tramos desafiantes de la ruta nacional 40 hasta llegar a este rincón de la Patagonia.
El río de las Vueltas, un curso de agua corto y sinuoso que nace en el lago del Desierto y desemboca en el lago Viedma, es el hogar de estos gigantes peleadores. Los amigos vivieron días memorables pescando con mosca o spinning con anzuelos sin rebaba y atraparon un total de 47 salmones de más de 20 kilos en solo cuatro días, relataron al diario Río Negro.
A pesar de la emoción de la pesca, el grupo cumplió con el reglamento de devolver todos los salmones al río para que continúen con su ciclo de vida y se reproduzcan. “Lo ideal es desde diciembre, que ya empiezan a entrar algunos hasta mediados de abril”, indicó Fede.
La historia de cómo llegaron estos salmones al río de las Vueltas hace unos 20 años es igualmente asombrosa. Según cuentan los pesqueros “primero se escaparon de la jaula de una salmonera en el Estrecho de Magallanes, el fin del mundo -explica Fede Ruiz, guía de pesca-. Ahí, a unos mil km de El Chaltén, como decimos nosotros, se fueron acardumando cerca de las Islas Malvinas y después se acercaron a la costa, entraron por el río Santa Cruz hasta llegar a Lago Argentino y subir por el río Caterina hasta el lago Viedma. Ahí entran al río de las Vueltas”.
El combate entre los pescadores y los salmones fue épico. Con cada tirón, cada corrida, los pescadores se enfrentaban a una fuerza inimaginable. “La pelea es brutal, tienen mucha fuerza, las corridas son interminables. Es adrenalina pura en un lugar en el mundo con una belleza increíble”, describieron. “Imaginate que venimos del Limay, mucho más extenso y amplio, con peces de otro porte. Los salmones son descomunales. Para pescadores como nosotros son los trofeos con los que soñamos”.