20 años de matrimonio: la historia de amor y tristeza detrás del casamiento de Máxima Zorreguieta

El amor fue el motor principal de su boda con Guillermo, aunque la reina argentina tuvo que afrontar investigaciones, una boda lejos de su familia y el dedo acusatorio por un pasado que no le pertenecía.

20 años de matrimonio: la historia de amor y tristeza detrás del casamiento de Máxima Zorreguieta
A 20 años de su casamiento, recordamos los difíciles y felices momentos que la reina argentina tuvo que afrontar para formar parte de la familia real holandesa.

Aquel 2 de febrero de 2002, el mundo celebraba finalmente la unión de Máxima Zorreguieta y Guillermo Alejandro de Holanda. Luego de tres años de relación y tras la aceptación del pueblo holandés por la naturalidad y simpatía de la argentina, la boda se concretó.

Aunque no todo parecía ser color de rosa. Si bien, tanto el pueblo como Guillermo estaban encantados con la joven Máxima, no todos se encontraban en la misma línea. El Parlamento del país estuvo a punto de negarles su aprobación y la novia fue expuesta a meses de investigaciones por orden de la Reina Beatriz.

Los cuentos de hadas son sólo eso, cuentos. Las vidas reales de las princesas implican mucho más allá que “vivir felices para siempre”. El trágico final de Grace Kelly, quien cayó por un barranco en Costa Azul, o el triste final de Lady Di en el parisino Puente del Alma, son algunas de las historias que rondan alrededor de la vida real.

Enamorados y felices, Máxima Zorreguieta y Guillermo Alejandro de Holanda pudieron concretar aquella unión que dos décadas después los encuentra juntos.
Enamorados y felices, Máxima Zorreguieta y Guillermo Alejandro de Holanda pudieron concretar aquella unión que dos décadas después los encuentra juntos.

Sin embargo, la fotografía de Máxima secándose las lágrimas con un pequeño pañuelo blanco cuando apenas acababa de dar el sí y mientras escuchaba el tango favorito de su padre en su boda, se ha convertido en todo un ícono de lo que implica una vida real.

Guillermo Alejandro jamás volvió a soltar su mano. Dos décadas después de aquel gran paso en sus vidas, la pareja real mantiene en alto su frente y su matrimonio, superando todo aquello que tuvieron que atravesar.

La cronología del amor

Si viajamos en el tiempo dos décadas hacia atrás, podemos ir paso a paso uniendo los cabos sueltos de una historia que, hasta donde sabemos, tuvo un final feliz.

Hoy Máxima es adorada por el pueblo holandés, y detrás hubo todo un trabajo y un amor que alimentó aquella aceptación. Máxima y Guillermo cambiaron por completo la forma de concebir los matrimonios reales: detrás de ellos, dos personas que se amaban estaban decidiendo unir sus vidas, más allá de lo que implicara su título o presencia en el mundo.

Máxima abrió una era de princesas reales, donde además de estar presentables y bellas para el pueblo, también se permitían llorar y ser completamente genuinas, algo que humanizó completamente su figura.

Guillermo estaba dispuesto a dejarlo todo por amor.
Guillermo estaba dispuesto a dejarlo todo por amor.

Los meses previos a la boda fueron, en parte, un calvario para la argentina. Su relación con Alex, como ella le dice hasta el día de hoy, había comenzado tres años atrás.

El nuevo milenio comenzó con la pareja establecida, fue amor a primera vista. “Es ella”, le dijo el príncipe a su madre cuando le mostró la fotografía de Máxima. A partir de allí, su amor seguiría alimentándose, aunque el entorno así no lo quisiera.

Ella conoció a su familia, él a la de ella. Viajaban a Villa La Angostura cada año, como lo hacen hasta el día de hoy, en donde incluso fue la gran propuesta de casamiento.

Los problemas comenzaron. La reina Beatriz no quería a una plebeya latinoamericana que ni siquiera hablaba holandés en su trono, sumado a que era fruto de un gobierno militar. Aunque el corazón de Alejandro se puso firme: estaba dispuesto a abandonar la realeza por amor.

Investigaciones y dictadura

Un año más tarde de la propuesta, la boda la encontró completamente sola. Aunque tanto su padre, Jorge Zorreguieta, como su madre, María del Carmen Cerruti Carricart, estuviesen vivos, Máxima se casó como una huérfana.

Ninguno de ellos participó de la boda y una audiencia de 900 millones de personas siguieron la ceremonia en vivo, presenciando la angustia de una ausencia completamente notoria en su día especial.

Con Adiós Nonino de Astor Piazzolla de fondo y amigos de toda la vida alrededor, Máxima contrajo matrimonio completamente sola en el altar. Sus padres, como dos espectadores más, vivenciaron la boda desde un hotel de Londres. Las lágrimas caían, ella era más real que cualquier otra princesa que haya decidido dar aquel paso.

Y es que, la condición para poder concretar aquella boda, fue pedirle a su padre que se ausentara de la ceremonia. La condición que puso el Parlamento holandés era cruel y sin sentido para ella, aunque se resguardaron en la primicia de que su padre había desempeñado un cargo de funcionario durante la dictadura argentina.

El padre de Máxima fue ministro durante la dictadura argentina, algo que manchó por completo su nombre y le impidió acompañar a su hija en el día de su boda.
El padre de Máxima fue ministro durante la dictadura argentina, algo que manchó por completo su nombre y le impidió acompañar a su hija en el día de su boda.

La vida privada de Máxima quedo expuesta, la de ella y la de todos los allegados a su padre que fueron parte de los crímenes del gobierno de facto en nuestro país.

La foto de Jorge Rafael Videla tomándole juramento a Jorge Zorreguieta, quien fue subsecretario y secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca durante el gobierno militar, apareció en la portada de todos los diarios de los Países Bajos.

El escándalo era enorme y más aún por tratarse de un país completamente fiel a la defensa de los Derechos Humanos. Pero la decisión de Alejandro estaba tomada, se casaría con o sin boda real.

Ante esta decisión, el primer ministro Kok designó al historiador especialista en América Latina Michiel Baud y le encargó una investigación confidencial sobre la actuación de Jorge Zorreguieta en los crímenes de la dictadura militar. Lo central era saber hasta qué punto el padre de Máxima estaba involucrado en la desaparición de personas.

Tras someterse a meses de investigaciones, finalmente el nombre de Máxima quedó limpio, aunque eso no logró salvar a su padre.
Tras someterse a meses de investigaciones, finalmente el nombre de Máxima quedó limpio, aunque eso no logró salvar a su padre.

Y aunque no se probó que él haya participado de algun genocidio o desaparición, el ministro insistía en que era imposible que él desconociera lo ocurrido en su país durante la dictadura. ¿La solución? El padre de la novia no podría asistir a la boda.

No obstante, Beatriz no estaba conforme con aquella decisión. Ella necesitaba estar al tanto de todo lo que pudiera ocurrir: si había videos prohibidos de la novia o algún escándalo que pudiese arruinar la imagen de su país. No encontró nada más que un video de Máxima divirtiéndose en una fiesta, fumando y con algunas copas de más.

Un medio holandés lo hizo público tras adquirirlo por un conocido de Máxima en Buenos Aires. Aunque lejos de recibir el repudio del pueblo, la princesa fue aclamada. “A la gente le encantó que la futura reina fuera capaz de divertirse en una fiesta como una persona normal”, dijo por entonces un periodista local.

Con el pueblo de su lado, el informe secreto del Palacio Real fue concluyente: no había antecedentes personales en la vida de Máxima que pusieran en riesgo la boda.

Una vida solitaria

Si bien su historial estaba limpio, de su padre no podía decirse lo mismo. La boda real se llevaría adelante, aunque el costo era alto: el padre de la novia no podía asistir.

Tras una larga charla entre Jorge, Máxima y Guillermo, determinaron que el ex militar debía mantenerse al margen de aquella ceremonia. Su esposa tampoco asistió, ambos entendían que Máxima debía pagar el alto costo que dejó un pasado oscuro.

El padre de la novia también tuvo que ausentarse en la coronación de Guillermo por su pasado en la dictadura.
El padre de la novia también tuvo que ausentarse en la coronación de Guillermo por su pasado en la dictadura.

“Es un hombre bueno que actuó en el gobierno equivocado”, dijo Máxima sobre su padre, sin que el pueblo entendiera el dolor de aquella ausencia, el día en que se anunció el compromiso real.

Diez años después, en 2011, Guillermo fue coronado. Sin embargo, su suegro tampoco pudo unirse a aquella ceremonia. “Era evidente que mi padre no vendría –dijo el día de la entronización, el 30 de abril de 2013–. Se cerraron acuerdos y este es un evento constitucional donde mi marido se convertirá en rey y mi padre no tiene que estar. Naturalmente la decisión es bastante dolorosa. Pero debo reconocer que duele mucho menos que la del casamiento”, dijo Máxima.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA