Los cambios en los hábitos de consumo de los argentinos están haciendo estragos. El agua, elemento fundamental para una dieta sana, está prácticamente desapareciendo del consumo, a tal punto que sólo 20% de lo que se toma corresponde a esta bebida. Como contraparte, han ganado terreno otro tipo de productos, azucarados o no, en particular en el segmento de los más niños.
Si se analiza el consumo semanal en mayores de 19 años, 20% corresponde a agua y 55% a bebidas azucaradas, mientras que entre quienes tienen por debajo de esa edad hasta los 3 años consumen entre 16 y 17 % de agua.
Pero en esta distribución son los más pequeños los que presentan un panorama más llamativo, ya que entre los 3 y los 11 años un sorprendente 75% de lo que beben corresponde a bebidas con sabor e infusiones con azúcar.
Estos son los resultados de la segunda edición del estudio HidratAR, realizado por el Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (Cesni).
En cuanto a la distribución de las bebidas, el 63% de los individuos presentaron un perfil de preferencia “azucarado” y menos del 4% un perfil preponderante de agua, en tanto 12% de los consultados señaló una preferencia mixta.
El perfil hace referencia al 70% de las tomas con respecto a un determinado gusto. El informe resalta que si se consideran los perfiles intermedios, “94% de la población prefiere regularmente consumir bebidas azucaradas o infusiones y bebidas sin azúcar pero con sabor, y solo el 6% elige regularmente agua”, lo que marca una inclinación hacia aquellas que aporten sabor.
En la primera edición del estudio (2009) ya se había constatado el desequilibrio en cuanto a la ingesta de agua. Además, los argentinos la bebían mucho menos que mexicanos y brasileños y por lo tanto, un tercio de la población tenía déficit de hidratación con consecuencias sobre el desempeño físico e intelectual.
Un estudio realizado recientemente por la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (Aadynd) constató esta tendencia. Arrojó que si bien 78% de los argentinos reconoce que el agua es lo más saludable, menos de 4 de cada 10 la prefiere en verano (37%). Por otra parte, 7 de cada 10 dijeron que toman ese líquido recién cuando sienten sed, lo cual implica que ya se presentan signos de deshidratación.
Los resultados de este segundo relevamiento van más allá, ya que el abuso de bebidas azucaradas implica la incorporación de calorías vacías que contribuyen a la obesidad infantil, uno de los grandes desafíos sanitarios de la época.
Según el Programa de Sanidad Escolar (Prosane), 3 de cada 10 niños mendocinos de primaria presentan sobrepeso u obesidad.
Pero además, debido al contenido de azúcar y ácido carbónico favorecen la proliferación de caries, otro de los problemas que más afecta a los niños. Entre los adultos, en tanto, su abuso contribuirá al desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes.
Modelo equivocado
Al momento de elegir la bebida los adultos están marcando la diferencia favoreciendo que los más chicos opten por las bebidas azucaradas. El estudio de Cesni demostró que cuando el que elige es el niño, 69% de las tomas son de productos azucarados mientras que 24% son de agua.
En tanto, cuando el decisor es el adulto las bebidas azucaradas aumentan a 75% en detrimento del agua, que queda relegada a 16,7%. Pese a que pueden resultar una opción, las bebidas sin azúcar prácticamente no tienen incidencia respecto de las otras.
Aunque los adultos podrían funcionar como generadores de buenos hábitos alimentarios, se está desaprovechando esta oportunidad. A esto se suma que entre los mayores hay más participación de bebidas sin azúcar (25%), lo que evidencia sus intenciones de cuidar al menos su peso, motivación que no se transfiere a los niños.
Esteban Carmuega, director del Cesni, dijo a Los Andes que "no existe ese rol tutelar del adulto en las decisiones de los chicos". Señaló que el agua no tiene publicidad, pero que no es el único factor que incide: "Todos los países incrementan el consumo de bebidas azucaradas cuando aumentan el PBI. Argentina y México lideran la región en este sentido".
El crecimiento es más acelerado en países de ingresos medios, lo cual “puede ser porque las campañas de publicidad son mas agresivas, las sociedades transicionales tienen cambios en las estructuras alimentarias y se vuelcan a alimentos que dan placer”.
A esto hizo referencia hace unos días la Presidenta Cristina Fernández, cuando se enorgulleció del supuesto “logro” argentino: “Nuestro país es el que más consume gaseosas en todo el mundo; en 2003 teníamos menos plata para comprarle Coca Cola a nuestros hijos”.
Motivación
Al consultarse a los encuestados sobre las motivaciones de su elección de bebidas, 40% dijo que elige por cuestiones nutricionales y de salud; tanto las bebidas azucaradas, las no azucaradas y el agua presentaron proporciones similares en este ítem aunque levemente superior en los dos primeros casos, lo cual también llama la atención.
Casi la mitad dijo elegir el agua con la intención de hidratarse o como necesidad básica pero un cuarto atribuyó la misma finalidad al resto de las bebidas. Pero en lo que el agua pierde por “goleada” es en cuanto a la elección por placer (7%).
Las bebidas azucaradas lideran en este aspecto con 23% de las preferencias, mientras que las que no contienen azúcar las secundan con 19%. En este aspecto en particular, estos dos últimos tipos son consideradas más un placer social que el agua, que suma más adeptos como medio para proveer placer individual.
María Elisa Zapata, investigadora adjunta del Cesni y responsable de la investigación, señaló que “no hay una valoración especial sobre el papel del agua y sus diferencias con las bebidas azucaradas. Existe una clara asociación en el placer social de las bebidas azucaradas probablemente por el efecto de su comunicación publicitaria”.
El estudio
HidratAR II se realizó entre noviembre y diciembre de 2012 mediante una muestra probabilística. Incluyó a 1.362 hombres y mujeres de entre 3 y 69 años residentes en los centros urbanos con más de 280 mil habitantes que fueron seleccionados de manera aleatoria.
Se incluyó a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza, Tucumán, La Plata, Mar del Plata, Salta, Resistencia, Corrientes y Posadas. Los resultados fueron analizados en conjunto ya que no se presentaron diferencias significativas entre los diferentes ámbitos.