La Técnica 4-119 Santa María de Oro está en las afueras de Rivadavia y por su trayectoria, es una escuela referente en el Este y también en el resto de la provincia. Hace poco cumplió 75 años y más allá de los logros alcanzados por su comunidad educativa, persisten allí una serie de problemas que van desde aulas clausuradas, baños colapsados y galerías apuntaladas, hasta graves problemas de inseguridad que incluyen robos y ataques a docentes y alumnos, lo que derivó en la presencia permanente de un policía adentro de la escuela.
“Este establecimiento es muy pujante, sus alumnos salen capacitados y en general, estamos bien posicionados, pero se nos van muchos chicos por la inseguridad”, dice Mario Herrería, que es el vicedirector de la Técnica 4-119 y completa: “Antes, los chicos venían a pie o en bicicleta porque el camino es bonito y lleno de árboles, pero por los asaltos ya no se puede y ahora la mayoría viene en colectivo o los trae el papá”.
La escuela está sobre la calle Almirante Brown, en las afueras de Rivadavia y camino al pueblo de Santa María de Oro; sus edificios se levantan detrás de un paredón y en un enorme predio rural de casi cuatro hectáreas, que está atravesado por una decena de caminos y senderos internos, que comunican a las aulas y los talleres.
En los fondos de ese predio, una larga medianera divide los límites de la escuela con la villa del Costa Canal, un extenso caserío de ranchos y viviendas inestables que en muchos casos, directamente se apoyan en la medianera. Desde allí y sin motivo, suelen volar piedrazos hacia la escuela. Hace diez días un alumno fue lastimado, pero no ha sido el único y un profesor ya advirtió que no dará clases en las aulas más cercanas a la medianera: “No me quiero quedar sin un ojo mientras camino al curso”, justifica.
Sin embargo, no es la lluvia de piedras anónima lo más grave, sino los robos y asaltos: en cualquier momento y hasta en pleno horario de clases, grupos de pibes, algunos encapuchados y hasta armados se descuelgan al patio de la escuela y van sobre los alumnos. “Les revisan las mochilas, les quitan lo que tienen y se escapan”, cuenta un docente.
El año pasado ocurrió a mano armada y desde entonces, la comisaría 13 dispuso un policía permanente en el predio de la escuela, pero la vigilancia no alcanza y los ataques siguen, al punto que ayer volvió a ocurrir: cinco personas se metieron a los patios saltando la medianera y fueron sobre los alumnos, aunque al final escaparon sin nada. Enseguida llegaron más policías. “Si se cruza una pelota olvidala, no vuelve más”, cuenta un alumno y completa: “No hace mucho, un compañero se cruzó a buscar una y volvió sin las zapatillas”.
Todas las puertas y ventanas de la Técnica tienen rejas, pero los ladrones insisten y en las noches se han querido meter hasta por los techos: los dormitorios de los chicos internados ahora se llueven porque los delincuentes quisieron perforarlos desde arriba.
En uno de los caminos internos, detrás de unas aulas hay un Falcon desmantelado y atacado a balazos: “Este auto llegó a la escuela andando, tenía todo en condiciones y fue una donación para ser utilizado en los talleres, pero ‘los vecinos’ se han ido llevando todo y hasta lo han baleado”, cuenta Herrería.
La escuela ofrece tres títulos: los de técnico mecánico o electricista y el de maestro mayor de obras. A fin de año y para intentar evitar el robo de equipos y materiales, las puertas de los talleres son literalmente soldadas a los marcos pero igual, los delincuentes se la han arreglado para arrancarlas y llevarse todo.
Pero también hay problemas edilicios en la Técnica Santa María de Oro y de cada uno de ellos, han dado cuenta los directivos a sus superiores, aunque sin muchas respuestas: durante todo el ciclo, los baños principales estuvieron clausurados y recién ahora serán rehabilitados; también hay problemas con los sanitarios de los internados, “porque los pozos se llenan rápido y la DGE demora en mandar un camión a desagotarlos”, explica Roxana de Simone, la directora.
Algunas galerías han cedido y los mismos alumnos, aplicando lo que aprenden en las aulas, las están reconstruyendo antes de que terminen de caer. “Acá es todo así, armamos expedientes por cada pedido de arreglo, pero la plata no llega y hay que arreglarse con la cooperadora y con lo que sabemos”, cierra un docente.