Ante un año incierto, cuidar y mejorar los rendimientos va a ser la clave para sobrevivir durante la próxima temporada. Es que la relación insumo / producto se deteriora día a día y producir más parece la única variable que puede manejar el productor. Este escenario no sólo se repite en la vitivinicultura sino que también también llega a los granos.
Un informe de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi) indica que para enero de 2015 se necesitaron 2.790 litros de vino tinto o 3.217 de blanco para pagar un mes de trabajo a un obrero común con 9 a 12 años de antigüedad, mientras que en el mismo mes del 2014 requirió 2.595 o 3.139 litros, respectivamente.
En cuanto a los agroquímicos, en enero del 2015 fueron necesarios 2,35 litros de vino tinto o 2,71 de blanco para comprar 1 kilo de fertilizantes (urea), mientras que en enero de 2014 se requirió de 1,49 o 1,80 litros, respectivamente.
En tanto para el caso del glifosato fue necesario invertir 14,91 litros de vino tinto o 17,18 de blanco para comprar un litro de este herbicida, mientras que en enero de 2014 se requería de 11,42 o 13,82, respectivamente.
Si de capitalizarse y comprar maquinaria se trata, la vitivinicultura queda en gran desventaja. En este sentido, para comprar un tractor nuevo se necesitan 153.660 litros de vino tinto y 177.161 litros de blanco y en 2014 se necesitaban 155.625 o 188.248, respectivamente.
Cae el precio internacional
Con la baja del precio internacional de los granos, el poder de compra de la región pampeana también se ve afectado.
“Lo que se ve en los mercados es que empeoraron las relaciones insumo / producto. Esto es cuántos granos tengo que vender para comprar por cantidad de insumos. Con la caída de los granos tengo que vender más de estos para comprar la misma cantidad de insumos”, indicó a Los Andes, el presidente de Globaltecnos, Sebastián Gavaldá.
Para el experto, la primera explicación es que los precios de los granos han caído en forma importante. “La soja vale unos 60 dólares menos que, a igual fecha del año pasado, el maíz bajó unos 30 dólares y el trigo más de 100 dólares.
Cuando analizamos los números de los principales insumos, estos están en valores parecidos a los que se pagaban años anteriores, sobre todo los importados.
También se observa que aquellos gastos en pesos -personal, gasoil y algunas labores- han acompañado la inflación, con un dólar que ha tenido una devaluación por debajo de lo esperado, lo cual hace que la suba en dólares haya sido importante llegando, en algunos casos, a costos cercanos al 20 % en dólares”.
Para Gavaldá, este desacople en la relación insumo / producto no es solo un tema de nuestro país, ya que los precios internacionales, por ejemplo de los fertilizantes, siguen en valores similares a los del año pasado a igual fecha y también han sufrido la caída de los precios los granos.
“Sí, hay una marcada diferencia en algunos herbicidas, insecticidas que tienen un costo adicional por el otorgamiento de la DJAI. Aquellos que consiguen estos permisos los hacen valer y se ven diferencias en algunos productos de más de 30% con nuestros países vecinos.
También se observa que estos permisos son más permeables para aquellas empresas que realizan las importaciones hoy y hacen el pago diferido. Esto explica parte de la financiación que tienen algunos productos.
Otras de las distorsiones son los pagos con tarjeta, ya que éstos a 180-270 días libres tienen incluida la tasa de financiamiento en la mayoría de los casos, y esto no estaría mal si los que quieren hacer los pagos de contado recibieran los descuentos correspondientes”, sintetizó.
Gavaldá ejemplificó lo que sucede: “La relación soja / urea, en los últimos tres años era de 1,73 toneladas de soja para comprar una de urea, hoy es de 1,89 toneladas, 9% más. En el caso de la relación gasoil / soja, necesito vender 0,51 toneladas de soja para comprar 100 litros de gasoil, contra 0,40 hace tres años, con un promedio de incremento de 27%. Esta relación en el maíz da 48%”.