A días de las fiestas de fin de año se actualiza el debate sobre cómo resolver el tema de la pirotecnia estruendosa que, además de implicar un potencial riesgo para las personas que la manipulan, es causa de molestias para gente mayor, niños en general, pacientes con el trastorno del espectro autista y animales varios.
Es por eso que progresivamente la mayoría de los departamentos dispuso la prohibición de comercializar estos elementos y desalentar su uso. Claro que su no venta no es garantía de que no se los utilice indiscriminadamente porque el control de la utilización de estos productos es muy difícil.
Por ende, la meta de “pirotecnia cero” que se planteó la provincia hace más de dos años no es una realidad aún, toda vez que la ley que pretendía prohibirla no está consagrada en la Legislatura.
Así las cosas, a los siete municipios que ya habían aprobado ordenanzas para impedir su uso, venta, fabricación y acopio (Tunuyán, Tupungato, Luján, Godoy Cruz, Ciudad de Mendoza, Maipú y Rivadavia), se sumaron cuatro más (Guaymallén, Malargüe, San Rafael y Las Heras). Así, la prohibición tendría vigencia en once de los dieciocho departamentos mendocinos.
La cuestión de fondo sigue siendo la prohibición total, aunque lograrla, por el momento parece complicado. Entonces de lo que se trata es que usuarios, comerciantes y funcionarios encargados de controlar la pirotecnia aúnen esfuerzos a dirigir el consumo a la llamada pirotecnia fría.
En este sentido el Estado dio un paso fundamental al decidir que para la Fiesta Nacional de la Vendimia, en el teatro griego Frank Romero Day, se utilizarán fuegos artificiales de tipo frío, por los inconvenientes que los estruendos de los tradicionales provocan en personas y animales.
Si bien el paso logrado es importante, la Asociación Ecológicos Unidos plantea todavía que la pirotecnia fría también provoca estruendos, y se inclina a la realización de shows con láseres, que, naturalmente, sería posible en festejos con la participación u organización de entidades de gobierno o privadas, pero de difícil o casi imposible realización en los hogares de los habitantes.
Afortunadamente ya hay menos animales en las instalaciones del ex Zoológico de Mendoza (hoy Ecoparque de Mendoza), pero los que quedan se verán perjudicados por esta situación si persisten los ruidos asociados a explosiones.
Entonces la propuesta general es tratar de festejar con menos ruido y, en la medida de lo posible, eliminarlo porque los decibeles en exceso se convierten en un sufrimiento o pesadilla para seres vivos, que en el caso de los componentes de la fauna no tienen cómo expresar su protesta o resistencia ante tanto estruendo sin control.
Personal del ya desaparecido zoológico recordó que en tiempos recientes y cuando los fuegos artificiales no tenían restricción, muchos de los mamíferos eran dormidos con tranquilizantes potentes a fin de contenerlos, lo que era imposible de lograr con monos o aves, que quedaban expuestos a sufrir el estrépito del final de la celebración vendimial o de otros eventos.
Por otra parte descartamos que en este fin de año los controles (por parte de las municipalidades y el Registro Provincial de Armas, Repar) serán esmerados y se evitará en forma total la comercialización de artículos de estruendo en quioscos de chapas y stands metálicos en los pocos lugares que se permita la venta de pirotecnia.
Igualmente nos ponemos del lado de los padres de chicos que sufren trastornos del espectro autista (TEA), que sufren por la hipersensibilidad auditiva, al igual que menores o no con otras discapacidades, que también la pasan mal.
Estos pasos que va dando la comunidad hacia festejos sin explosiones y ruidos se convierten en protección del derecho a la salud, que constituye un bien fundamental en sí mismo.