Desde su vidriera ya se anuncia el universo propio de los encajes, los hilados de seda, los algodones de Italia, los hilos de Francia enlazados en calados o pedrerías de distintos diseños.
Al interior del local las telas más finas de países europeos están apiladas en sinfonía de colores esperando cubrir el talle de alguna novia, madrina o simplemente la mujer elegante que busca lucir su sello único.
Sin embargo, todo este mundo propio que supo nacer comercialmente hace 94 años, ya tiene su fecha final: 10 de junio de 2017.
Del presente comercial de Sedería "La Reina" ya queda poco, o casi nada, de su pasado de esplendor, cuando supo ser un negocio que atraía a mujeres en búsqueda de aquellas telas para vestir al jefe de hogar y a los más pequeños de la familia.
Hoy su final ya está decidido: las puertas del último local de La Reina, que aún queda con vida comercial en calle Buenos Aires y a metros de calle San Martín, ya no atenderá al público.
El comienzo
Durante 1923, en Mendoza varias mendocinas ya estudiaban "corte y confección", y muchas de ellas querían ser modistas.
Ese año fue el inicio comercial de La Reina, los primeros dueños se unieron bajo la sociedad llamada Rodríguez y Cantero, luego la empresa pasó al hijo de uno de los dueños, Osvaldo Rodríguez, para luego la tradicional sedería ser comprada por Benjamín Jait, hace 28 años.
El presente de la firma está temporalmente en manos de Luis Jait, hijo del actual dueño, quien quedó a cargo para llevar a cabo el cierre del comercio instalado en pleno centro mendocino.
Apogeo y caída
La Reina, como tantas otros negocios casi centenarios que cerraron sus puertas en Mendoza, supo pasar por las crisis económicas, hiperinflaciones y el corralito. Sin embargo su agonía comercial comenzó a gestarse en los últimos años. El signo evidente empezó con los cambios de hábitos de la clientela.
"Las telas dejaron de comprarse. Hoy las mujeres compran ropa confeccionada y en telas como el jean que no poseen la calidad que vendemos nosotros. En ese sentido, los dueños siempre apostaron por la calidad de las telas. La Reina siempre priorizó los cortes de telas más exquisitos del mercado", detalla César.
Si el cambio de hábitos fue un golpe intenso para el negocio, otro tanto fue la trompada propiciada por la caída de ventas. El éxodo de mendocinos comprando en Chile, las compras por internet y los altos costos fijos, fueron imposibles de asimilar en términos comerciales.
El futuro de los tres empleados que aún quedan atendiendo ya está trazado; si bien ya están jubilados, su trabajo les permitía seguir disfrutando de la dignidad de contar con más ingresos.
"No sabemos qué va a pasar con el negocio porque nosotros alquilamos y no sabemos qué marca vendrá. Tengo entendido que los dueños piensan abrir en la casa de ellos en la calle Barraquero 177, una pequeña Reinita que van a atender personalmente con las telas que van a trasladar", explica César.
¿Y luego del 10 de junio? "No sé que pasará con nosotros. Supongo que mis compañeros y yo nos embargará más tristeza y nostalgia por los tiempos que se fueron", subraya César con los ojos húmedos. No es el único mendocino invadido por la tristeza. Cierra La Reina y con ella se va también un retazo de la historia comercial y de vida de la provincia.
Años dorados con 8 sucursales, 100 modistas y 23 vendedores
Los años dorados que vivió la sedería La Reina se reflejaron por la demanda creciente. Así fue como el negocio logró desarrollarse en nuestra provincia.
"En los años 60 nuestra clientela vestía muy bien, apostaba por ser elegante en toda ocasión. En los hombres se usaba mucho el traje, el tapado, el buen vestir impecable. Teníamos casamientos en los que las chicas venían acompañadas por sus madres, tías y amigas. Era la época del tranvía y en aquellos años la compra de las telas para los vestidos de tan importante ocasión era más que una compra, era un verdadero acontecimiento social", detalla César Mauro, el vendedor más antiguo de La Reina y que acredita 51 años continuos de trabajo.
Para César, su mundo laboral no sólo lo construyó en la tradicional sedería sino que también su vida personal supo deslizarse entre las telas que vendía.
"Aquí conocí a mi mujer y mis amigos con los cuales formamos mucho más que un equipo de trabajo; supimos ser una gran familia", detalla en su relato.
En la década del 60, cuando César ingresó a La Reina como cadete, eran los tiempos en que 23 vendedores tenían cada uno un mostrador propio, quienes casi no daban abasto para atender a una clientela que buscaba nuevos colores y texturas.
"Siempre estábamos trabajando, desde la mañana hasta la noche. Llegamos a tener 8 locales, dos en San Juan. También logramos estar en San Rafael y tuvimos tres negocios en pleno centro de Mendoza", apunta César.
En aquellos años, si la clientela era intensa y crecía como la espuma, también lo era el listado de las modistas que se ofrecían para confeccionar ropa "a medida".
"Llegamos a tener más de 100 modistas. Hoy no llegan a las 10 en toda Mendoza", señala César. Nuevamente el regreso al presente. Hoy los jóvenes apuestan por el diseño, donde la ropa es trazada y dibujada en una hoja para luego su proceso ser replicado en talleres y máquinas industriales.
La despedida para clientes
Hasta su cierre, el 10 de junio que viene, La Reina mantendrá precios muy bajos. Todas sus telas tienen rebajas de precios del 50% y 60%. Así por ejemplo las gasas las venden a $ 990 el metro cuando hace unas semanas su precio era el doble. El metro de tela de lentejuelas hoy se puede comprar a $ 690.
El cheviot azul lo mantienene a $ 1.200 el metro, el cual también está rebajado a la mitad.