Las elecciones españolas, las terceras en tres años, contaron con una participación superior al 75%, la segunda más importante desde la vuelta de la democracia en la década de 1970. Y las primeras en tener cinco formaciones políticas compitiendo con posibilidades reales. Se rompió así el bipartidismo del Partido Popular y el gobernante Partido Socialista Obrero Español.
Fueron también protagonistas Unidas Podemos, de izquierda; Ciudadanos, liderados por Albert Rivera, fundado en 2006; y Vox, una agrupación de extrema derecha que existe desde finales de 2013. Con el carismático Santiago Abascal al frente han logrado capitalizar el rechazo de muchos españoles a la inmigración y a las autonomías regionales.
La demanda independentista catalana fue una de las cuestiones centrales durante la campaña. La inmigración, que se incrementó un 28% en 2017, también ocupó un lugar importante. De ese porcentaje, un 44% provienen de Venezuela y 15% de Colombia.
El apoyo de los españoles a los inmigrantes es superior al de la media europea, según las encuestas. Pedro Sánchez, líder del PSOE, llegó al poder a mediados del año pasado tras la destitución de Mariano Rajoy, del PP. Por lo que lleva tan solo 10 meses al frente de la Moncloa. A pesar del recuerdo reciente de la caída de Rajoy, el PP logró el segundo lugar, aunque registró una fuerte caída en la cantidad de escaños.
Ayer Sánchez consiguió legitimar su gobierno en las urnas, haciéndose con el primer lugar en los comicios. El presidente acusó a Ciudadanos, que finalmente quedaron terceros, de haberse corrido del centro a la extrema derecha, sugiriendo una posible coalición de estos con el PP y Vox.
Con los resultados de ayer, Sánchez, además de contar con el apoyo de los independentistas, en especial del Partido Nacional Vasco, probablemente necesitará a Podemos, que quedó en el cuarto lugar.
Su líder, Pablo Iglesias, ya se había mostrado convencido antes de los comicios respecto de que el “bipartidismo terminó” y de que será imprescindible un gobierno de coalición.
El mercado no ve ese acuerdo con muy buenos ojos, prefiriendo una improbable alianza de centro entre el PSOE y Ciudadanos. Para constituir gobierno se necesitan por lo menos 176 escaños del total de 350 diputados.
Si bien es cierto que la política tradicional viene fallando en traer soluciones reales a gran parte del pueblo de a pie, es importante no caer en extremismos que pueden profundizar los problemas, especialmente en países que conocen lo que es sufrir el autoritarismo.
Vox, logrando el quinto lugar, se ha convertido en el primer partido de ultraderecha en llegar al Congreso español tras la Transición. Abascal, en alardes discursivos que recuerdan a los años franquistas, ha manifestado su rechazo en numerosas ocasiones a lo que llama “ideología de género” y “la locura de los progres”.
Por último, en España ha aparecido el fantasma de la extrema derecha que hace años viene rondando por Europa. Aunque el crecimiento del extremismo es tan preocupante como merecedor de atención por parte de la clase política, por ahora ha primado la racionalidad.
Será importante que siga prevaleciendo en el futuro. Porque, como escribió Miguel de Unamuno, la razón es la muerte del fascismo.