Por acuerdos políticos transparentes

El deseo de la mayoría argentina de avanzar en negociaciones a través del diálogo consensuado, sin dádivas ni recompensas, se ve reflejado en el contacto que el Estado nacional ha recuperado con las provincias.

Por acuerdos políticos transparentes

El gobierno nacional ha recuperado el contacto con los gobernadores de las provincias como una manera de marcar el camino del diálogo político perdido en la Argentina en la última década y, a la vez, fortalecer el federalismo y encontrar mecanismos que faciliten la búsqueda de consensos en el Poder Legislativo.

La reciente reunión para consensuar la forma en que la Nación restituirá el 15 por ciento que se descuenta de la coparticipación para el sistema previsional resulta muy alentadora porque tiene como principal objetivo, en un plazo no muy lejano, derivar en un nuevo acuerdo de distribución, exigido por la Constitución pero siempre postergado por urgencias coyunturales o prioridades políticas que, por lo general, derivan en “aprietes” para que las provincias se sometan a la voluntad de las autoridades de turno.

Las autoridades nacionales y un amplio espacio de la oposición, que desea que la Argentina deje el estancamiento institucional reciente, pretenden que este avance en la discusión de los recursos para las provincias facilite la aprobación de la ley que le permitirá al Gobierno llegar al pago a los holdouts con el correspondiente aval del Parlamento.

Se trata de un avance significativo para el país y las provincias que lo componen, ante la necesidad imperiosa de acceder al crédito que permita cubrir déficits en muchos casos crónicos y avanzar en obras y programas de gobierno indispensables.

Es aquí donde se debe poner el acento, y la ciudadanía y los medios exigir de los representantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo la mayor seriedad a la hora de discutir políticamente. Durante muchos años nuestra joven democracia fue golpeada por distintos hechos que dejaron a la luz acuerdos que se viabilizaron, aunque otros por suerte quedaron en el intento, mediante métodos que, justamente, no se hicieron al reparo de una legítima y necesaria negociación política y, en cambio, necesitaron de negociados para poder tener vigencia. Dádivas y recompensas para contar con apoyo irrestricto, no con convicciones y aportes constructivos.

La implementación de políticas mediante la reinstauración de los mecanismos de diálogo entre los poderes del Estado y entre el oficialismo y los sectores de la oposición, un anhelo pregonado enfáticamente por el actual presidente de los argentinos desde el día de su asunción, sólo puede hacerse realidad si las conversaciones para acercar posiciones son lo más transparentes y públicas que se pueda. Si no fuese así, los argentinos chocaríamos con otra profunda decepción y llegaríamos a la conclusión de que el diálogo entre los políticos sólo es posible cuando un gobierno sin mayorías legislativas, como el actual, necesita respaldos para movilizar sus propuestas.

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