Nada parece hacer mella a la popularidad de la ex mandataria socialista chilena Michelle Bachelet, quien con un respaldo invulnerable anunció anoche que volverá a postularse a la presidencia de Chile.
Bachelet, agnóstica declarada, decía reunir “todos los pecados capitales juntos” pero logró convertirse en 2006 en la primera mujer en ocupar la Presidencia chilena y ahora es favorita para los comicios de noviembre.
La madre de Chile
Como si se tratara de una madre, una hermana o una tía, la base de la popularidad de Bachelet se sustenta en la cercanía y calidez con la que es percibida.
“Ella es una gran madre para una sociedad que en sus relaciones cotidianas es fría, donde todo está estructurado en torno a relaciones funcionales. Ella establece las relaciones que establece un padre o una madre con sus hijos, no basada en consideraciones instrumentales”, explicó el sociólogo Eugenio Tironi.
Antes de que confirmara su regreso a Chile, su madre, Ángela Jeria, se declaraba abrumada por el cariño que despierta su hija. “Me ha tocado recorrer el país y me abruma el cariño y adhesión a Michelle”, dijo Jeria en octubre pasado.
“Bachelet no produce cariño o cercanía por ser tan simpática, sino por su autenticidad. Tiene una cosa genuina, poco maqueteada”, agrega Tironi.
La popularidad de Bachelet sobrepasa los resultados objetivos de sus cuatro años de gobierno, que para algunos pueden incluso ser discutibles.
La madrugada del 27 de febrero de 2010, a doce días de que Bachelet dejara el poder, un terremoto de 8,8 grados, seguido de un devastador tsunami, azotó el centro y sur de Chile, dejando más de 500 muertos.
Aunque Bachelet fue una de las primeras en llegar al centro de emergencias, es recordada por cancelar tempranamente una alerta de tsunami que finalmente sí ocurrió.
La Justicia descartó su responsabilidad política -al considerar que actuó en base a informes técnicos erróneos-, pero su actuación en esas horas previas ha sido blanco de descarnadas críticas. Las críticas, sin embargo, parecen no alcanzarla, al igual que el creciente desprestigio de la clase política chilena.
“La Concertación -la coalición de centro izquierda a la que pertenece Bachelet- baja progresivamente sus cifras de aprobación. Sus líderes más importantes están en el fondo de la tabla en términos de aprobación, pero ella se muestra incólume, inmaculada”, dice el abogado y politólogo Cristóbal Bellolio. “Bachelet es una flor en un pantano”, agrega.
Piñera, la cara opuesta
Pero si el respaldo a Bachelet parece imbatible, el apoyo al presidente Sebastián Piñera va en dirección inversa, tanto que el propio mandatario reconoció envidiar el apoyo que ella concita. “Siento envidia en el buen sentido de la palabra. A uno le gustaría tener ese mismo nivel de apoyo y adhesión”, admitió Piñera en noviembre pasado.
A diferencia de Bachelet, el mandatario -un multimillonario empresario de derecha- es percibido como frío, distante y soberbio.