La escritora Elena Poniatowska, autora de más de cuarenta obras que le han valido las distinciones más importantes de la literatura hispanoamericana, se quedó ayer con el Premio Cervantes de Literatura, que corona una vida dedicada a otorgar visibilidad a las tensiones y desigualdades de las sociedades contemporáneas.
El nombre de Poniatowska, siempre cautivante por la extensión de su carrera y por su posición atípica en la literatura latinoamericana -contemporánea al boom pero ajena a su núcleo duro- no estaba entre los favoritos del Cervantes de este año, pero los pronósticos fallaron y se convirtió en la cuarta mujer en obtener el Nobel de las letras hispanas.
Nacida en París hace 81 años como descendiente de la realeza polaca que debió huir de las turbulencias políticas y sociales de la época, llegó a México a los diez años sin hablar español y decidió desafiar su destino de clase para convertirse primero en periodista y luego en escritora, en una época en que las redacciones no eran para las mujeres.
Poniatowska se hizo conocida por "La noche de Tlatelolco" -libro en el que narra la represión mexicana que culminó con la conocida matanza estudiantil de 1968- y con el tiempo se convirtió en referente de la narrativa latinoamericana a partir de un conjunto de obras centradas en mujeres de diversa índole, como la fotógrafa Tina Modotti (retratada en "Tinísima") o la heroína revolucionaria Jesusa Palancares ("Hasta no verte, Jesús mío").
La presencia de figuras y voces femeninas que caracteriza su obra es significativa: activas, solidarias y críticas, las mujeres aparecen como parte integrante de la historia social a la vez que sus voces traen a primer plano tensiones, desigualdades y costumbres que dan textura al ámbito privado.
"La literatura es una gran mentira pero bien contada", apunta en su novela "La piel del cielo", una formulación que podría pasar desapercibida, si no fuera porque su narrativa representa más bien todo lo contrario, siempre asociada a la denuncia y a la reivindicación de voces marginales de la historia latinoamericana.
"Uno hace muchos personajes distintos y les hace decir cosas que no piensa, eso es la literatura -explicó hace unos años en una entrevista con la agencia Télam-. Creo que yo no aparezco para nada en esta novela: no me siento reflejada en ninguna de las voces, ni hombres ni mujeres. Más bien, represento una especie de espectadora silenciosa que presencia la autonomía de los personajes".
"Reinvindico a la literatura en tanto ficción y no en tanto mentira: yo personalmente la he utilizado para documentar la realidad de mi país y sobre todo para hablar de los problemas sociales que siempre me han interesado a lo largo del tiempo", aseguró en aquella oportunidad.
Fuera de la literatura, Poniatowska fue la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Periodismo en México, en 1978, gracias a su reconocida labor como entrevistadora, además de otros galardones y reconocimientos especiales como el Premio Manuel Buendía en 1987 y numerosos doctorados Honoris Causa.
"La vi por primera vez disfrazada de gatito en un baile del Jockey Club de México. Toda de blanco, rubia como es, con antifaz y joyas claras, parecía un sueño bello y amable de Jean Cocteau. Como toda buena gatita, tenía un bigote que surgía de la máscara. Pero en ella, el obligado flojel de los gatos no era, como el salvaje bigote de Frida Kahlo, una agresión sino una insinuación", la describió alguna vez su colega Carlos Fuentes.
"Sus retratos de mujeres famosas e infames, anónimas y estelares, fueron creando una gran galería biográfica del ser femenino en México. Elena ha contribuido como pocos escritores a darle a la mujer un papel central, pero no sacramental, en nuestra sociedad. No nos ha excluido a los hombres que amamos, acompañamos, somos amados y apoyados por las mujeres", elogió el autor de "La muerte de Artemio Cruz".
Entre las obras más conocidas de la escritora se cuentan "Querido Diego, te abraza Quiela" (1978), sobre el romance entre el pintor Diego Rivera y la rusa Angelina Beloff, en el que presenta unas imaginarias cartas de amor que la artista rusa no escribió -pero pudo haber escrito- al muralista mexicano.
También se destacan "La flor de Lis" (1988), "Tinísima" (1992), "Paseo por la Reforma" (1996), "Leonora" -sobre la pintora Leonora Carrington-, "Fuerte es el silencio" y el flamante "El universo o nada", una biografía sobre su desaparecido marido, el astrofísico Guillermo Haro.
Ganadora de premios como el Alfaguara (2001) o el Rómulo Gallegos (2007), además de ser una respetada intelectual, Poniatowska ha escrito también cuentos para niños, un libro sobre el sismo que asoló la capital mexicana en 1985, artículos periodísticos acerca de la guerrilla zapatista chiapaneca o la historia de una menor violada a quien se le impidió abortar.