“Yo tenía 8 años y andaba debajo de las viñas, junto a mi padre”, comenta Mario Sáez (57). Tiene puestas las gafas y los guantes por su seguridad, también la tijera envainada. Su ojo avezado ya recorrió la hilera que le ha tocado en suerte. “Calienten las muñecas”, dicen por el altavoz y, para cuando suena la sirena, don Mario ya está doblado bajo el sol cortando tallos.
Ahora es encargado en la finca Doña Paula y dice haber perdido “la magia”, pues recorre más de lo que poda. Pero sus manos tienen memoria y al terminar los 30 minutos que dura el torneo, al agricultor sólo le faltaban dos claros para “liquidar” la hilera.
“Levanten las manos”, vuelve a sonar el altavoz y su chance de medirse como el mejor podador del país ha pasado.
Con un marco inigualable de sol y cordillera, un particular certamen tuvo lugar ayer en el espacio Salentein, en Tunuyán. Fue la sexta edición del Concurso Nacional de Poda que organiza, repitiendo lo que es una costumbre en las cunas enológicas de Europa, la empresa Bahco desde 2011.
Reivindicar este oficio clave para la vitivinicultura, que siempre se transmitió de generación en generación y hoy se va perdiendo, fue uno de los motivos centrales del evento. Mendoza fue elegida -una vez más- como sede para la final. De allí, que ayer participaron los ganadores de las regionales de poda, realizadas en sitios como la Patagonia, Neuquén, Salta, Catamarca y La Rioja.
Nelson Ríos (27) no conocía Mendoza y reconoció que nunca imaginó “que hubiera tantos viñedos”. Su padre, Juan de Dios, le enseñó todo lo que sabe del trabajo en el agro y que hoy aplica en las vides Colomé de Cafayate, donde trabaja hace años.
Fueron sus compañeros quienes insistieron en que se anotara en el certamen, pues es conocido por podar hasta “500 plantas en 4 horas”. No muy convencido, se anotó y resultó ganador en Salta. Ser “visitante” le jugó en contra ayer. “Aquí las plantas son más bajas y más duras”, largó mientras salía extenuado de la hilera asignada.
Cerca de cien podadores -la mayoría mendocinos- participaron de esta edición, que terminó con una gran compartida de técnicas, saberes y costillares entre colegas. Ángel Sáez, del emprendimiento Piedra Negra, se quedó con el primer puesto y se llevó a su casa un televisor 40”. Lo secundaron Rubén Escudero y Miguel Maillo, ambos de finca Doña Paula.
El concurso
“El secreto está en la práctica, no hay otra”, lanzó Ariel Ríos, de Huentala Wines. “Yo creo que depende de la velocidad, pero sin olvidar la limpieza”, apuntaron Walter Condorí y Dante Cabezas, del grupo Peñaflor, recién llegados de Santa María de Catamarca. Percepciones como ésta abundaron en el desayuno, previa del concurso. Algunos, más concentrados, obviaron las medialunas para ir a “estudiar el terreno”.
Pasadas las 11 de la mañana, el grupo de podadores se sacó la foto oficial. Después, cada uno ocupó su sitio en la hilera. Entonces, sonó la sirena y las voces se callaron. Sólo hubo ruidos de tijeras y tironeos de tallos secos. “Echen agua a esta tijera que está caliente”, bromeó uno al final. “Estaban matadoras, muy bajitas para la hernia de disco”, dijo otro.
Por primera vez hubo turistas presenciando el certamen. Sandra Cardona y René Caro llegaron de la Ciudad de Mendoza, porque escucharon del evento por la radio.
“Mi papá Salvador (92 años) siempre tuvo finca y ahora tiene un parral en su casa en Rodeo del Medio y mi esposo es quien se lo poda. Lo envió para que aprendiera”, comentó con humor Sandra.
Un oficio necesario
Si en algo estuvieron de acuerdo los agricultores y empresarios que se reunieron ayer en Salentein fue en el valor que tiene una buena poda.
“Lamentablemente se va perdiendo este saber con el abandono de lo rural. Es un arte que hay que volver a revalorizar”, opinó Gustavo Aliquo, del INTA.
El ingeniero es uno de los tres jurados (INTA y UNCuyo) que evalúa desde la primera edición este certamen, para lo cual debieron adaptar una grilla de evaluación española.
“No cuenta sólo la rapidez, también la calidad del corte y la prolijidad, es decir la limpieza que queda en el claro y en el alambre”, advirtieron al inicio del concurso.
“Es importante la sanidad en estas prácticas, que definen la cantidad y calidad que tendrá la producción del año. Por eso marcamos lo importante de tener una buena herramienta”, dijo Fernando Montenegro, director general de la firma Bahco.
Por su parte, Andrés Arenas, de Salentein, marcó lo importante de que este “conocimiento se siga transmitiendo, pues los vaivenes económicos han hecho que cada vez cueste más encontrar y formar buenos podadores”.