Las canciones viven donde haya una voz que las cante. Así lo demuestran las comunidades del norte de Lavalle, que mantienen viva su música generación tras generación de una sola forma: cantando. Esta transmisión oral refleja la identidad del pueblo, con sus historias y sus costumbres. La música se vive en cada momento.
“De pago en pago” se propuso documentar y plasmar en un audiovisual ese manantial de canciones. Avalado por el programa de Proyectos de Extensión Mauricio López, de la Universidad Nacional de Cuyo, el equipo llevó a cabo un importante trabajo territorial en el secano, con el propósito de entregarle a la provincia una página más de su historia musical.
El grupo, coordinado por el músico e investigador Leopoldo “Polo” Martí, está formado por Nahuel Jofré, Leticia Duarte, Leandro Marino y Omar Sanz. Este equipo trabajó junto a los hacedores lavallinos, los auténticos protagonistas de esta experiencia.
Ellos son Lago Fernández y Juana Azaguate, Pedro Barros, Tata Gómez, Ceferino Gómez, Rosa Lucero de Gómez, María Rosa Gómez, Pedro Barros, Fabián Esquivel, Baudilio Villegas, Aldo González, Nilo Esquivel y Guillermo Mayorga.
Polo Martí es guitarrista, compositor, docente e investigador. A días del regreso de una travesía musical que lo tuvo por el norte del país, comentó más sobre el proyecto que dirige.
-¿Cuál es el objetivo de esta experiencia?
El objetivo general del proyecto es la recopilación y documentación de la música del secano lavallino. A través de entrevistas se va documentando la propia voz, el canto y la música de los lugareños en su propio entorno. A través del audio y video se procura una narración en la que se plasme el espíritu que rodea y contiene las expresiones de la música folclórica de esta zona tan rica e invisibilizada.
-En relación a esto, ¿en qué medida recuperar la música también es hacer cultura y construir la historia de los pueblos?
-Los pueblos, las comunidades, encuentran en la música (y también sumamos en algunos casos la danza, como en la cueca y el gato cuyanos) una forma de expresión en la que se siente su identidad más cabal.
Es a través de las tonadas, entre otros géneros, donde se expresan los sentimientos, y esa expresión es con las músicas que vienen transmitiéndose de generación en generación. Es una manera más de sentirse propio del lugar, de sentirse comarcano.
-¿Cuál es la importancia de este tipo de proyectos?
-Justamente hace dos semanas estuve en Tilcara, participando del proyecto “Huella argentina”, en Jujuy, donde se procuró en pocos días dar cuenta de la importancia, de valorar, difundir, promover y proyectar las expresiones de la región compartida por los pueblos del Noroeste argentino y Bolivia.
Es comprender que las expresiones culturales a través de la música y la canción constituyen un vínculo que ahonda en la identidad y promueve la integración del espacio y del tiempo de las personas.
Algo así es lo que debemos hacer con las expresiones de nuestra región, porque conforman la base a partir de la cual la propia persona se siente parte de esta cultura.
Por otro lado, su documentación permite darla a conocer en otros ámbitos, proyectarlo en los distintos niveles y las formas de la educación que han perdido el rumbo de la historia, alejándose de las raíces y sin saber hacia dónde ir. Esto permite conocer las raíces de los cantos lugareños, para mantenerlas vivas y continuar con la propia dinámica del folclore, que puede cambiar en sus contornos pero mantiene su latido interior.
Ojalá que estos proyectos, a través del Programa Mauricio López de la UNCuyo, puedan tener continuidad y desarrollarse en las diferentes regiones de la provincia, porque de esa manera podemos oír la voz de las pequeñas comarcas como partes de un todo, como voces de una música que se unen en su raíz, para sentirse propios de nuestra región cuyana.
El pago, ida y vuelta
“De pago en pago” se comenzó a gestar luego del fallecimiento de Calixto Brizuela. El querido cantautor mendocino se había ido y muchas de sus canciones nunca habían sido grabadas, aunque seguían sonando, vivas, en la voz de los lugareños. Esto motivó que un grupo de músicos y comunicadores se organizaran para registrar estas canciones.
Articulando con la UST (Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra), pudo conseguir financiamiento como proyecto de extensión de la universidad. Así nació “De pago en pago”, que lleva desde la cuna el sello del propio Brizuela, porque ese es el nombre de una de sus cuecas.
Los antecedentes son pocos y lejanos. La última recopilación del folclore lavallino la hizo Juan Draghi Lucero en la década del ‘30. Este proyecto se propuso actualizar esos aportes y traducirlos a un lenguaje audiovisual, rescatando de esta forma también las voces y los rostros de los intérpretes.
Durante la primera etapa del proyecto se visitaron los pueblos de La Asunción, El Cavadito, Lagunas del Rosario de Guanacache, Villa Tulumaya y San José. Durante esas estadías en el secano, el equipo se contactó con los lugareños, participando en sus fiestas y logrando así el vínculo necesario para poder filmar.
La soltura de las entrevistas y la sinceridad de las interpretaciones captadas por la cámara dan cuenta de toda esa dedicación.
“Viajamos bastante a las fiestas, porque cada localidad tiene la suya. Las primeras veces no íbamos justamente a grabar, sino a establecer una relación y lograr que nos identificaran. Pegábamos onda con la gente y nos invitaban a los puestos, ahí grabábamos, en esos encuentros más privados. De esta forma creamos un vínculo con las personas”, dice Nahuel Jofré, el músico del equipo. Durante esas visitas a los puestos, muchas veces él tuvo que empezar a rasguear la guitarra para entrar en clima y en confianza.
Durante la etapa de posproducción, el equipo recibió la colaboración del ilustrador Andrés Casciani, quien aportó al proyecto sus valiosos trabajos. El audiovisual se finalizó los primeros días de julio. Pero esto no termina acá, porque “De pago en pago” prevé una segunda parte, la “Vuelta al pago”.
Así se llamó a esta segunda etapa, en la que se llevará el material terminado a sus propios protagonistas. De esta forma, se hará una devolución a los hacedores de la música del desierto. “Con esto queremos que nadie que haya participado en el proyecto se quede sin verlo y sin opinar qué le parece”, expresa Nahuel.
Se compartirá el trabajo con las distintas comunidades que intervinieron en la realización, como la universitaria, y con el público en general. El trabajo de difusión comenzará propiamente en agosto. Antes de eso, como si fuera un excelente augurio de lo que le espera, este documental viajará por otros pagos del continente.
El viaje a Colombia
Gracias a que fue seleccionado con una línea de financiamiento por el Fondo Argentino para el Desarrollo Cultural, del Ministerio de Cultura de la Nación, este documental pudo viajar a Colombia el pasado 4 de julio.
El equipo fue invitado por Martha Elena Hoyos, que preside la Fundación “América en mi piel”, dedicada a la formación e investigación sobre música popular latinoamericana y que lleva adelante una investigación sobre la influencia de la música cuyana en tierras colombianas.
Antes de partir, Nahuel reveló sus grandes expectativas: “Vamos a viajar durante julio por tres ciudades de Colombia, mostrando el documental, además de una serie de actividades como charlas debate sobre la experiencia de realización y un concierto de canciones de raíz cuyana a cargo mío, entre otras”.
El viernes pasado se realizó la primera presentación, en la capital del departamento de Quindío.
Lo que sigue
El equipo se planteó varias veces la continuidad de este proyecto. Sobre eso, Nahuel comenta que "De pago en pago" es el nombre que hemos adoptado para la investigación y el documental es una parte de esa investigación más amplia".
“No lo tenemos definido, pero sí creemos que, para lo próximo que se haga, tenemos que trabajar siempre bajo los tiempos de la comunidad. Lo importante es que la comunidad se sienta parte y no sea un trabajo avasallante”, dice Nahuel, rescatando el aspecto comunitario del documental.