La politización autoritaria

Primero dijeron que todo periodismo es político, luego que Fútbol para Todos debe ponerse al servicio de la política oficial, y ahora exigen a los jueces que se pongan una camiseta política. Esa idea que defiende el Gobierno nacional de que todo es políti

La politización autoritaria

Persuadido de la inexistencia de todo tipo de neutralidad o de cualquier tipo de intento de objetividad en la búsqueda de la verdad, el Gobierno nacional piensa que toda actividad pública responde a un interés político determinado.

Vale decir que todo en la sociedad se sintetiza en una despiadada lucha por el poder donde el oficialismo hace política para  defenderse de los que lo quieren derrocar y los opositores (donde se incluye no sólo a políticos y partidos sino también a medios de prensa y a los dirigentes de toda institución, a la que no llaman así, sino corporación) lo único que quieren es terminar con el gobierno.

Así, la política expresa la lucha de todos contra todos. No hay crítica, entonces, que no sea golpista e interesada. Por eso a la “mala” política de los adversarios hay que responder con la “buena” política del oficialismo, sin que nada resulte excluido de esa lucha maniquea donde sólo existen buenos y malos.

La Presidenta de la Nación y sus principales acólitos nunca creyeron en la existencia de un periodismo independiente que, aun sosteniendo posiciones y opiniones definidas, no responda a intereses partidarios o económicos enemigos del gobierno. Así, han eliminado la denominación de prensa crítica para determinar que sólo existe la prensa opositora o la oficialista.

De ese modo, al poseer toda crítica un objetivo político contrario al gobierno, diga lo que dijere es invalidada desde un oficialismo que, para defenderse, no tiene miramientos en definir a la más burda propaganda oficial como periodismo. Total, como todo es política, todo está permitido para conservar o tomar el poder.

Pero la cuestión no es sólo con el periodismo. Poco tiempo atrás, una señora que expresa muy fielmente las posiciones más extremas del gobierno, Hebe de Bonafini, afirmó contundentemente que “El Fútbol para Todos no es para ganar plata sino para hacer política”, atribuyendo dichas palabras a Néstor Kirchner, lo que nunca fue desmentido por nadie, con lo cual a confesión de partes relevo de pruebas.

Por ende, la televisación del fútbol no fue estatizada para “democratizar” su visión como se dijo, sino para apoderarse de un instrumento popular para ponerlo al servicio de finalidades partidarias.

Y ahora, ya en el colmo de los colmos, el secretario de Justicia de la Nación y nuevo miembro del Consejo de la Magistratura, Julián Álvarez, sostuvo lo siguiente: “Quisiera que los jueces entiendan que tienen que dedicarse a hacer política”.

Con lo cual, el joven dirigente camporista está diciendo que él, como miembro del Consejo que elige y destituye jueces, tomará sus decisiones de acuerdo a las ideas políticas del postulado a asumir o a ser destituido.

Nada más alejado de una concepción republicana de la democracia. La politización de la Justicia es propia de regímenes autoritarios que niegan el papel autónomo del Poder Judicial, considerándolo como un mero apéndice del Poder Ejecutivo, al que debe responder con sus fallos porque, si no, se lo acusa de ponerse al servicio de otros poderes fácticos.

Es por eso que la reforma judicial del kirchnerismo proponía la elección popular de los miembros del Consejo colocando a los candidatos dentro de las boletas de los partidos políticos.

En suma, que con esta antirrepublicana, maniquea y falsa visión de que todo es política, lo único que se quiere es poner todas las actividades públicas al servicio del partido gobernante y descalificar a los que se resisten a tal prepotencia con el argumento de que sólo desean destituir a las autoridades ejecutivas electas.

Con esta interpretación ultrapolitizada no se busca que todos hagan política sino que todos entreguen su autonomía, independencia y criterios propios para rendirse al poder oficial construyendo un tipo de sociedad donde sólo existen réprobos o elegidos.

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