El uso político del "Fútbol para todos”

La afirmación del vicegobernador de Buenos Aires, Guillermo Mariotto, no hizo más que ratificar "oficialmente" lo que todos sabían: que la modificación de la programación de Fútbol para Todos se hace pura y exclusivamente para tratar de morigerar el rating que ha logrado el espacio Periodismo para Todos, que conduce Jorge Lanata.

Lo lamentable es que, para "competir" con un programa periodístico, crítico de la gestión del Gobierno, se utilice el dinero de todos los argentinos y se ponga en peligro la seguridad de decenas de miles de personas que deberán retornar a sus hogares en las primeras horas de la madrugada y sin los medios necesarios de transporte en razón de que los principales -el tren y el subterráneo- en la Capital Federal dejan de funcionar a la medianoche.

Hubiera resultado mucho menos oneroso que el Gobierno saliera a responder las denuncias formuladas por el espacio televisivo y mucho más sano para la democracia que los funcionarios denunciados transparenten su gestión ante la opinión pública. El silencio que mantuvieron primero y las acciones cuasi desesperadas posteriores, no hacen más que profundizar el manto de sospechas que ha ganado a la ciudadanía en las últimas semanas.

Hay un hecho cierto y concreto. En su afán por ganar los programas deportivos para poder desarrollar la propaganda oficial y denostar a los dirigentes que no comulgan con su ideología, el Gobierno no trepida en gastos porque a Fútbol para Todos debe sumarse Automovilismo para Todos y hasta Boxeo para Todos, como ocurrió con la pelea de Sergio "Maravilla" Martínez en la que, además, contribuyó a su realización con decenas de millones de pesos a través de Aerolíneas Argentinas y la YPF estatizada.

En su oportunidad, cuando se anunció la implementación de Fútbol para Todos, se aseguró que se realizaba a los efectos de que la población en general pudiera disfrutar de la totalidad de los partidos de fútbol de la fecha. Se indicó también que el costo de la iniciativa era de 600 millones de pesos anuales, los que serían amortizados por la publicidad que se iba a recaudar.

Sin embargo, hubo dos aspectos que no fueron anunciados pero que realmente preocupan, como es el hecho de que hasta el momento ningún inversor privado haya decidido adquirir algún tipo de espacio publicitario en partido alguno mientras, por otra parte, no se dijo que aquellos 600 millones de pesos iniciales iban a ser actualizados por un denominado Valor Básico de Referencia que surgía de un porcentaje referencial del abono del cable, por lo que ahora el costo que debemos pagar todos los argentinos asciende a más de 800 millones de pesos.

Por otro lado, la Administración Federal de Ingresos Públicos, que se  manifiesta tan celosa del manejo de los clubes de fútbol y la posible evasión impositiva que generan las transferencias de jugadores al exterior, no se preocupa por establecer qué han hecho los clubes con el destino de esos millones. Por el contrario,  las deudas de los clubes beneficiados se incrementó en estos cuatro años un 59 por ciento, llegando hoy a los 535 millones de pesos.

Ahora aparece la decisión de modificar la programación del último de los partidos del domingo única y exclusivamente para intentar debilitar el rating de un programa periodístico exitoso, en un actitud a la que se presta la Asociación del Fútbol Argentino, que también dispuso no jugar partidos el 25 de Mayo para evitar afectar al acto "patriótico" del kirchnerismo.

Después de los magros resultados que para el Gobierno han dado los programas oficialistas, cabría preguntarse si no hubiera sido socialmente mucho más provechoso destinar ese dinero a la construcción de complejos polideportivos y de alto rendimiento en todo el país para captar a miles de jóvenes que tienen interés en practicar deportes pero que no pueden cumplir su anhelo por la falta de lugares para desarrollarlos.