Políticas para el cambio climático

El clima a nivel mundial ha entrado desde hace varios años en una fase de desequilibrios causados por la desaprensiva acción humana.

Políticas para el cambio climático
Políticas para el cambio climático

Hace muchos años se viene hablando del problema del Cambio Climático. El tema se instaló en todo el mundo y hay una importante contribución por parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y, aunque aún hay científicos que relativizan el tema, existe un consenso muy grande respecto de esta problemática apoyada en la evolución de las temperaturas medias, que se correlaciona con la disminución o retroceso de los glaciares, las alteraciones climáticas, y la medición de la emisión de gases de efecto invernadero y su impacto sobre el agujero en la capa de ozono.

Se han firmado varios acuerdos, desde el Protocola de Kyotto hasta el Acuerdo de París, donde los países se han comprometido a bajar las emisiones de gases, pero donde los países más contaminantes, como China y EE.UU. no han querido adherir. Este último país, con la presidencia de Donald Trump, se retiró de todos los foros y dejó de hacer aportes por entender que el Cambio Climático no existe y es un negocio. China ha comenzado a tomar algunas decisiones como la de desarrollar energías alternativas, sobre todo para aliviar su balanza energética ya que es el segundo importador mundial de petróleo.

Argentina ha firmado todos los protocolos de adhesión, pero la implementación de medidas concretas todavía está bastante atrasada. Si bien las consecuencias del Cambio Climático ya se sienten en nuestro territorio, puede decirse que son debido a los efectos globales, que producen efectos sobre los océanos generando cambios térmicos globales, aún están faltando decisiones firmes. Ya el periodo de sensibilización ha sido suficiente, las nuevas generaciones vienen con los conceptos incorporados, pero falta avanzar en decisiones que apunten a cambios culturales para que toda la población se involucre, no solo en forma individual sino también colectiva.

Un reciente informe de Naciones Unidas elogiaba las decisiones del gobierno de alentar las energías alternativas, que hoy están un poco demoradas por la crisis financiera que generaron un aumento del valor del dólar y una suba en las tasas de interés. Pero el mismo informe señalaba como negativo todo el desarrollo de petróleo y gas no convencional, ya que implica seguir desarrollando combustibles fósiles, cuya utilización es, en parte, un fuerte generador de gases de efecto invernadero por su utilización en automóviles y transportes públicos y de cargas, así como en los procesos fabriles.

Otro tema preocupante está puesto en la explotación ganadera, sobre todo la intensiva que se hace con el método del feedlot (engorde a corral) por el alto nivel de emisión de gas metano. En el caso de Mendoza se han detectado aumentos de temperaturas que llevaron a los productores de vid a buscar zonas más altas para garantizar amplitudes térmicas adecuadas y, en esta búsqueda fueron surgiendo ecosistemas que antes estaban abandonados. Las áreas que se abandonaron fueron ocupadas por una urbanización desordenada.

Pero, además del desarrollo de las políticas macro, las provincias y los municipios deberían darse políticas adecuadas que actúen para disminuir las emisiones de gases y los daños al ambiente, además de disponer de medidas que tiendan a la mitigación de los efectos globales. En principio, se deben completar los planes concretos que, de por sí, son bastante amplios, ya que comprenden desde el ordenamiento territorial, medidas para tender al consumo racional del agua, el ordenamiento del pedemonte (ya comenzado), la regulación y ordenamiento ambiental de los oasis y, sobre todo, inducir a cambios de conducta de la población en materia de clasificación y reciclaje de residuos domiciliarios hasta llegar a cambios más profundo como es el consumo responsable.

Hoy el mundo consume en 10 meses todo lo que el planeta es capaz de producir en un año, y eso hace que se terminen reservas que comprometen seriamente el futuro de todos. Es real que ante un daño global, los esfuerzos individuales pueden parecer insignificantes, pero la realdad es que los cambios deben surgir de la conciencia individual para luego trasladarse a la conciencia colectiva. Es sobre la formación de lo colectivo que hacen falta políticas públicas articuladas con el área científica y tecnológica para proveer soluciones que ayuden a mitigar sus nocivos efectos.

Una de las primeras medidas que deberían tomarse entre provincia y municipios tendría que partir de la clasificación hogareña de los residuos entre orgánicos, vidrios y otros materiales reciclables. Con todos los residuos orgánicos familiares y del campo, más los de origen cloacal, podría alimentarse digestores para generar biogás que sirva para la generación eléctrica. Son pequeños pasos, pero los primeros para que la conciencia colectiva se vaya orientando hacia un consumo racional y responsable del agua potable y del riego agrícola.

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