El ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires envió una carta pública tras el escándalo por el cumpleaños de Fabiola Yañez en la residencia de Olivos durante la cuarentena por coronavirus. En el texto, Sergio Berni se quiso diferenciar de Alberto Fernández quien el viernes pasado dijo que la fiesta había sido organizada por su pareja.
Lejos de calmar la agua, las palabras del Presidente fueron mal recibidas por una parte de los argentinos que consideraron que el mandatario estaba culpado a Yáñez por la reunión que en esas fechas estaba prohibida.
“El Presidente en primer término negó el hecho. Luego no pudo seguir sosteniendo la falsedad de la noticia. Entonces eligió el camino de deslindar la responsabilidad hacia su propia mujer”, expresó en la carta titulada “No fui yo, fue ella”.
En la misiva publicada en Infobae, el funcionario aseguró que “estos episodios debilitan la política, debilitan un proyecto nacional, debilitan la legitimidad presidencial”.
Y, sobre el final, se volvió a referir a las palabras del Presidente en torno al caso: “Si entregamos a nuestra compañera a la primera de cambio con el solo objeto de salvar nuestro pellejo, es difícil que nos crean capaces de defender los altos intereses de la Patria”.
El descargo del Presidente
El viernes pasado Alberto Fernández lamentó la reunión realizada en la Residencia de Olivos durante un discurso en Olavarría, donde se puso en marcha la ley que amplía el universo de beneficiarios y beneficiarias del Régimen de Zona Fría (RZF).
“El 14 de julio del año pasado, día del cumpleaños de mi querida Fabiola, convocó a una reunión con sus amigos y a un brindis que no debió haberse hecho; definitivamente me doy cuenta que no debió haberse hecho y lamento que haya ocurrido. Claramente lo lamento”, expresó.
“Tengo la necesidad de reflexionar con ustedes, tengo la necesidad de decir, francamente, porque, como dicen los pibes que me conocen, no soy careta”, señaló.
El texto completo de la carta de Sergio Berni
Yo no fui, fue ella
El perdón está en la base de toda sociedad. Sin perdón, los agravios se acumularían hasta formar una costra de rencores que harían imposible la vida en común.
El perdón es reconocer en el otro nuestra propia naturaleza de fragilidad, y supone un acto de reflexión para no reincidir en el mismo error, en la misma falta.
Claro que para que exista el perdón se necesitan dos requisitos: reconocimiento de la falta propia y arrepentimiento.
En el caso de la foto de cumpleaños, el Presidente en primer término negó el hecho. Luego no pudo seguir sosteniendo la falsedad de la noticia. Entonces eligió el camino de deslindar la responsabilidad hacia su propia mujer.
Nadie pide que el Presidente se flagele en público ni que se arranque los cabellos como acto de automortificación para la obtención del perdón e indulgencia colectiva. No. Se pide algo más elemental y sencillo. Que ponga fin a la práctica de justificar dialécticamente cualquier cosa con cualquier argumento. Que asuma la realidad de un país que necesita como nunca de firmes liderazgos que ofrezcan templanza, capacidad de trabajo, visión estratégica, comprensión del país que se pretende conducir y compromiso y solidaridad con quienes nos eligieron para que resolvamos los problemas de la vida cotidiana.
No se trata de enredarnos en discusiones domésticas infinitas. Se trata de decir que agotamos la paciencia de muchos y que llegó la hora de tomar la responsabilidad de gobernar el país con la seriedad que el asunto merece.
No me gusta hacer leña del árbol caído. Pero tampoco podemos encerrarnos en un mutismo complaciente y celebratorio de la insensatez y la irresponsabilidad. Estos episodios debilitan la política, debilitan un proyecto nacional, debilitan la legitimidad presidencial, debilitan la posibilidad de construir consensos sociales para sacar a la Argentina del triste lugar en que se encuentra. Y dan lugar a los discursos más retrógrados que acechan esperando los yerros nuestros para volver a la carga con los designios entreguistas de siempre.
Hay quienes dicen que con estos razonamientos podemos poner en peligro la campaña. A esos compañeros les quiero decir que no se equivoquen, que quien esto escribe es un militante. El Pueblo no es tonto y sabe que en esta elección se juegan sus propios intereses. La opción de hierro es defender un proyecto que tiene por horizonte el desarrollo productivo, el trabajo y la inclusión social, o volver a las políticas de ajuste y de entrega. La legislatura necesita legisladores que garanticen leyes en favor del crecimiento, el trabajo, la educación y la construcción de una provincia próspera. Y el Congreso necesita diputados que nos permitan dar fortaleza a un proyecto que espera emerger con una vitalidad renovada tras la pandemia que parece llegar a su fin. Por eso necesitamos trabajar por el triunfo de nuestro Frente.
Señor Presidente: nosotros tenemos que dar el ejemplo, ser mejores que los demás, ser más éticos, trabajar el doble, asumir los errores propios y cuidar a nuestros compañeros. Y a nuestras compañeras, claro. Porque si entregamos a nuestra compañera a la primera de cambio con el solo objeto de salvar nuestro pellejo, es difícil que nos crean capaces de defender los altos intereses de la Patria. Y cuando eso sucede, se resiente la legitimidad política de un proyecto, se horada la base de sustentación propia y sucede lo que Ud. no necesita que yo le narre.