Violencia de género: la Justicia aborda a más de 450 hombres para evitar reincidencia

El Ministerio Público Fiscal y la Suprema Corte de Justicia tienen a su cargo programas interdisciplinarios del que participan agresores con distintas situaciones procesales. Preocupación por los delitos contra la integridad sexual que cometen jóvenes.

Violencia de género: la Justicia aborda a más de 450 hombres para evitar reincidencia
La Suprema Corte de Justicia, a través del fuero penal colegiado, supervisa un programa para varones condenados por violencia de género con penas menores a 3 años. Foto: Fuero Penal Colegiado SCJ.

El Poder Judicial ejecuta, desde hace cuatro años, programas de abordaje a hombres que han cometido, o son acusados de cometer, delitos por violencia de género. Los dispositivos funcionan tanto en el Ministerio Público Fiscal como en la Suprema Corte de Justicia de acuerdo a la situación procesal.

La Procuración General tiene a su cargo el Programa de Abordaje con varones que ejercen violencia hacia las mujeres (Pro.va) y actualmente tiene a 450 victimarios en distintas etapas del abordaje, entre los que están incluidos menores de edad.

La Suprema Corte de Justicia supervisa el Programa de Abordaje a Varones por la Equidad (Pr.a.v.e.) al que asisten condenados por violencia contra las mujeres con penas menores a 3 años, por lo que no están en prisión. Actualmente hay 24 hombres que asisten de forma obligatoria.

La violencia de género en Mendoza tiene muchas causas judiciales iniciadas. Todo el peso de la ley debe caer sobre quien comete estos delitos y la pregunta que surge es cómo empezar un cambio cultural que termine con este flagelo social. Año tras año las cifras son escalofriantes.

Hay varios cursos y capacitaciones con destino a modificar estos patrones de conducta. Sin embargo, en la justicia provincial apuntan a un abordaje con talleres psicosocioeducativos para trabajar sobre las mentes de estas personas que ya han violentado a mujeres y producir un cambio de fondo para evitar la reincidencia, además del impacto que puede generar en su entorno más cercano.

Imputados y preocupación por los jóvenes

En el Ministerio Público Fiscal tienen un universo amplio de varones con acusaciones de violencia de género. Desde el 2021, y por resolución del MPF, Laura Lemos está a cargo del Programa de Abordaje con varones que ejercen violencia hacia las mujeres (Pro.va), el cual apunta a trabajar distintos tipos de violencias basadas en el género. “Para mí es indispensable, necesario, para trabajar la violencia de manera integral”, dice la referente a Los Andes.

Fiscalías y juzgados de familia derivan a los acusados, es decir imputados, a realizar los talleres que se llevan a cabo en el edificio del Cuerpo Médico Forense. En este órgano judicial, el programa tiene una duración de un año y medio, dividido en dos etapas. La primera de ellas es grupal y dura seis meses aproximados. Los conceptos son muy similares a los que aborda el programa de la Corte.

Lo fundamental es poder trabajar la autoestima. Siempre les digo: si no se conoce a sí mismo, no se puede querer lo suficiente. No se puede querer aquello que no se conoce”, apunta Lemos. Y el trabajo consiste en brindar herramientas para empezar a sacar del repertorio conductual esas conductas violentas, hostiles en el día a día.

Una vez terminada la fase grupal, arranca una segunda parte que se lleva adelante en uno de los salones del edificio del Poder Judicial ubicado por calle San Martín a metros de Peltier. Esta fase lleva casi un año porque todos los meses se hacen talleres y los varones están obligados a cumplir con al menos 5 de los 10 que se dictan. Hay turnos en la mañana y en la tarde, todos los primeros lunes de cada mes. Una de las últimas ediciones superó las 60 personas y los temas varían de mes a mes.

El informe de Lemos determina si cumplieron o no con la asistencia y es remitido a la fiscalía o juzgado según quien hizo la derivación y allí recae la decisión sobre esa persona. Puede tener impacto en la situación procesal del imputado. También ocurre que en el medio del taller la causa es elevada a juicio o recibe sentencia y va a la Corte. Hay casos en los que se articulan con el programa que supervisa el máximo tribunal si es que el varón llevaba varios módulos en el programa del MPF.

El programa que lleva adelante el Ministerio Público Fiscal tiene dos etapas, una de ellas son talleres mensuales temáticos. Foto: Gentileza MPF.
El programa que lleva adelante el Ministerio Público Fiscal tiene dos etapas, una de ellas son talleres mensuales temáticos. Foto: Gentileza MPF.

Actualmente hay 8 grupos activos en la primera etapa y cada uno está integrado por una veintena de hombres, por lo que para empezar, se habla de una población cercana a las 160 personas. Los perfiles son variados, en una mayoría la edad promedio es de 30 años pero transversal a toda situación socioeconómica.

Todas las semanas suelen arrancar grupos, por lo que es muy dinámico y el número de implicados, muy variable. Si a eso se le agregan los varones que ya están en la segunda etapa cursando los talleres, son cerca de 430 personas. Eso explica que tenga a su cargo casi una veintena de pasantes de la carrera de Psicología además de algunas personas que trabajan en su equipo.

El programa amplió su población específica hace dos años cuando una resolución del MPF permitió que ingresaran jóvenes desde los 16 a los 18 años. Y en este segmento etario preocupa el tipo de delitos. “El 99% de los delitos son contra la integridad sexual”, dice Laura Lemos. Entre las situaciones que se encuentra hay acoso sexual, hay delitos de este tipo con familiares directos.

Los menores están bajo la mirada del Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil con supervisión de juezas y jueces de menores. “Trabajo con el padre o la madre en la primera entrevista y ahí sí puedo ver cuál es el entorno más próximo. Hay entorno socioeconómico bajo y falta de contención familiar”, advierte.

La metodología es en estos casos de un grupo único que conforman cerca de 20 jóvenes, algunos alojados en el ex Cose. Se van sumando y los temas se van reiterando. A veces es difícil lograr la concentración pero Lemos tiene algunos casos de éxito que la entusiasman. “Hay chicos que han hecho cambios rotundos por estos talleres”, explicó.

Resistencia, click mental y cambios

Esto no es un cursito que les dan el certificado y listo”, dice el ministro de la Corte, José Valerio, sobre el programa que está bajo su órbita dado que está a cargo del fuero penal. Sandra Squadrito le dio vida al Pr.A.V.E. por una tesis que realizó y le pareció importante abordar a la violencia desde el hombre.

Valerio aceptó el proyecto por la metodología de trabajo y avanzó en la Acordada N° 30.081 del 1 de junio del 2021, que también firman tanto Dalmiro Garay como Teresa Day, en la que dejaba en claro cuál era la población específica y cómo sería el Protocolo de Actuación.

El fuero penal de la Suprema Corte de Justicia lleva adelante un programa del que participan condenados con ejecución condicional y no están privados de su libertad. Foto: Fuero Penal Colegiado.
El fuero penal de la Suprema Corte de Justicia lleva adelante un programa del que participan condenados con ejecución condicional y no están privados de su libertad. Foto: Fuero Penal Colegiado.

“Hablamos de la importancia de la prevención primaria, secundaria y terciaria. Ella proponía la terciaria, que es el condenado, ya está acreditado un hecho delictivo. Me parecía importante detectar cuáles son los indicadores para hacer prevención primaria y secundaria, que es cuando hay imputado”, apuntó el supremo.

Así, los varones que asistan al programa lo harán en el marco de las reglas de conducta impuestas por las juezas y los jueces de los Juzgados Penales Colegiados de la Primera Circunscripción Judicial en aquellas sentencias en la que recayó a ejecución condicional (penas menores a 3 años). Estas llegan a una pequeña oficina ubicada en el subsuelo del Palacio de Justicia, en la que trabaja el equipo y empiezan los contactos para las entrevistas de admisión.

A veces los condenados se acercan para empezar el taller. Hay dos entrevistas previas al armado del grupo que arranca con las sesiones semanales, en horario de mañana, por cada semestre. El equipo, además de la coordinadora, lo integran Jimena González De Cicco y cuatro pasantes de la Universidad del Aconcagua, estudiantes de la carrera de Psicología.

De los antecedentes surge que la mayoría de los casos cometió delitos de lesiones leves contra mujeres. Y de esas conversaciones puede surgir algún tipo de consumo problemático, por lo que se hace la derivación a los Centros Preventivos y Asistenciales en Adicciones (CPAA) dado que el equipo no está especializado en esa problemática.

Cuando se deriva al varón, es porque no cumple los criterios de grupabilidad (eso abarca perfil, características varias, ubicación geográfica y horario de trabajo, etc. Es decir, aspectos que dan cuenta que no va a poder realizar el proceso grupal)

El rango etario promedio es de 30 años, con casos de jóvenes y otros de adultos mayores, independientemente de la situación socioeconómica. Pero el adulto joven con perfil profesional, de clase media, es recurrente en esta instancia para mejorar su conducta. En las historias de vida hay crianzas violentas, contextos que los llevan a situaciones violentas, violencia intrafamiliar, etc.

Ignacio Salomón Tuzzi, Micaela Vera, Julieta Mazzucchelli y Martín Guareschi son el recurso joven del equipo. Sonríen de frente a Los Andes y no esconden el entusiasmo que les genera el desafío de abordar una problemática tan delicada y que el esfuerzo no sea en vano. A lo largo de la charla, rotan en la presencia porque siempre hay tareas que hacer, pero todos quieren contar su experiencia y van mechando conceptos con las explicaciones de la coordinación.

El fuero penal de la Suprema Corte de Justicia lleva adelante un programa del que participan condenados con ejecución condicional y no están privados de su libertad. Foto: Fuero Penal Colegiado.
El fuero penal de la Suprema Corte de Justicia lleva adelante un programa del que participan condenados con ejecución condicional y no están privados de su libertad. Foto: Fuero Penal Colegiado.

El hecho de que haya hombres en el equipo es fundamental porque en las figuras femeninas hay más resistencia al principio del taller. Ese tándem mixto permite que los hombres que llegan, con furia inicial, vayan bajando cambios con el correr del taller.

Uno de los primeros elementos que sobresale es el perfil del condenado y su historia detrás. “Son varones que no han sido escuchados y no se escuchan entre ellos. No hablan de emociones porque el patriarcado no los deja. Cuando sucede, es maravilloso, lo que se genera. Ha pasado eso y tratamos de siempre trabajar con seres humanos. De base, son inseguros”, explica Squadrito.

El equipo resalta que una de las claves para la apertura de las personas es tratarlos de igual a igual. Se conforma el grupo que durante casi seis meses irá trabajando sobre el patriarcado, machismo, ciclos de violencia, inteligencia emocional, autoestima y empatía, relaciones disfuncionales, asertividad, entre otros aspectos.

“Utilizamos recursos audiovisuales, análisis de viñetas, roleplaying, autoregistros, debate e incluso meditación. Todo esto sujeto a ajuste según lo que consideremos necesario para cada grupo. No nos colocamos en posición de jueces y juezas, ellos ya fueron juzgados. Tratamos de trabajar desde ahí. Muchos varones logran aceptar el proceso como una oportunidad para mejorar sus vínculos. Cuando hacen ese click, se entregan al proceso y tienen mayor apertura”, apunta González De Cicco.

En el primer semestre de este año finalizaron 19 varones y actualmente hay 24, que se dividen en dos grupos para que la cantidad sea propicia para un trabajo dinámico durante estos seis meses. La intención a futuro es poder ampliar el equipo para poder ampliar la cantidad de talleres, poder implementar turnos en la tarde, entre otras cosas.

Hay varones que no adhieren al proceso. Es decir que con el transcurrir de los encuentros no se muestran comprometido con las actividades, los debates y lo necesario para (iniciar) un proceso de cambio. Se evalúa el caso y puede haber una derivación posterior que también es seguida de cerca por el equipo.

En caso de que no lo cumpla se informa a los juzgados correspondientes y, si correspondiera a la Dirección de Promoción del liberad. En todos los casos en los que haya incumplimiento y sea informado, la decisión final sobre el varón la toman jueces o juezas.

En los presupuestos del Poder Judicial se solicitan recursos humanos y materiales. Desde el programa han pedido 5 auxiliares y 1 secretario. Se está ambientando un sector del Polo Judicial para poder trasladar las actividades.

En primera persona

Bruno Osorio, participante del grupo N° 11 del Pr.A.V.E, contó su experiencia. “El primer día fue raro, me sentía enojado, impotente por estar ahí junto con otros participantes que tenían algo en común conmigo: una denuncia por violencia de género”, empieza relatando.

“A medida que transcurrieron los encuentros, empecé a tomar conciencia de que muchas cosas en mi vida de una manera u otra iban a cambiar para mejor, logré sacar sentimientos que si bien estaban no los podía expresar por cuestiones de acostumbramiento y, por el solo hecho de ser hombre, no me permitía expresar lo que realmente sentía”, reconoce.

Durante este proceso, se dio cuenta que sin saberlo, o no teniéndolo muy en claro, ejerció violencia, “como por ejemplo manipulación afectiva, psicológica y económica, que en ese momento me parecía algo muy normal con respecto a la relación. Con el pasar de los encuentros, me di cuenta de que existen esos tipos de violencia instaurados en varias parejas y que no son tan reconocidos, porque sólo se tiene en cuenta la violencia física al ser la más visible”.

“El tema es que después encontré la forma de tener herramientas disponibles para no caer en estos ni otros tipos de violencia. Hoy por hoy puedo expresar de manera efectiva y empática lo que siento sin dejar de pensar en la otra persona que está a mi lado, tanto afectiva como laboralmente”, indicó.

Osorio reconoce que fueron “cambios difíciles pero que al final dan resultado a diario, ya sea en el entorno familiar como el de pareja. Cambios difíciles pero cambios al fin. Y cada encuentro se hacía más ameno, didáctico y participativo, donde cada uno de nosotros contábamos cosas que nos habían pasado y así entre todos buscábamos la razón del problema, porque cada uno tenía sus problemas”.

“La famosa bandera roja que te permite ver en qué situación querés estar o no, esa es mi elección y yo hoy por hoy no quiero volver a pasar por esto. Ahora tengo las herramientas para decidirlo, poder decir lo que molesta de una manera distinta y empática. Así fueron pasando los seis meses de este encuentro que me ayudó a salir adelante. Nunca nos juzgaron, sino que todo lo contrario, nos ayudaron a ver nuestros errores”, destacó.

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