La Asociación de Empleados Fiscales e Ingresos Públicos (AEFIP), liderada por Pablo Flores, ha declarado un estado de asamblea y durante la reunión, se aplaudió a un delegado que llamó a tumbar al gobierno de Javier Milei.
“Que la conducción actúe en consecuencia y, para eso, vamos a estar nosotros porque queremos modificar y luchar contra esto, que es darle más continuidad a las medidas como el paro y seguir para que sea efectivo, porque este gobierno hay que tumbarlo, hay que tumbarlo con la acción, hay que tumbarlo como sea, porque viene contra nosotros y está traído contra la democracia. Nada más, compañeros, gracias”, expresó uno de los delegados.
La AFIP está atravesando un período de reorganización de funcionarios, presiones externas para realizar cambios, con la participación del PRO. Florencia Misrahi, titular del organismo, ha debido ser confirmada en su cargo por su superior inmediato, el Ministro de Economía, Luis Caputo.
A esto se le suma la acción del gremio AEFIP, liderado por Pablo Flores, quien tiene vínculos con Moyano y Massa. El gremio ha declarado un estado de asamblea y ha denunciado “demoras injustificadas” en las negociaciones paritarias.
El comunicado oficial del sindicato, que resume los resultados de la asamblea gremial, señala que “la actitud de la empleadora en la negociación salarial obstaculiza un diálogo razonable entre nuestra organización y la Administración”. Además, critica a la administradora federal Florencia Misrahi por las “demoras injustificadas” en las negociaciones salariales, después del fracaso de la última audiencia el viernes 17 de mayo.
Ahora, el reclamo por una remuneración justa por su trabajo se transformó de repente en una reunión política entre “políticos del club del helicóptero”, abandonando su propósito original de discutir condiciones laborales para promover ideas políticas que desafían las instituciones y socavan el proceso democrático que llevó a Javier Milei a la presidencia.
Sin preocuparse por esto, Pablo Flores y su comisión directiva aplaudieron el discurso subversivo de uno de los delegados, quien, hablando por el micrófono, parecía olvidar que son funcionarios públicos del Estado nacional.