Lo que hicimos los mendocinos en nuestra historia es épico: en medio de un desierto, gracias a nuestro trabajo, nuestra determinación y nuestro sacrificio, en una tarea que nos ha demandado varios siglos, hemos construido una de las provincias con identidad propia y con uno de los desarrollos más reconocibles del país.
Sin embargo, lo que alguna vez fue una provincia pujante hace ya una década que no crece, no aumenta sus exportaciones y no genera empleo privado de calidad. El gobierno se esconde detrás de la situación del país y la macroeconomía desordenada, pero eso no explica por qué nuestros vecinos -San Juan, San Luis o Neuquén- sí han logrado escapar de la decadencia, mientras que nosotros seguimos inmóviles.
Si empecé apelando a ese pasado épico que tenemos los mendocinos, es porque me parece importante que quede claro que tenemos todo lo que necesitamos para hacerlo. Lo dije un montón de veces, pero lo repito: los mendocinos no necesitamos que nadie haga nada en Buenos Aires para que estemos mejor. Tenemos acá la fuerza y la capacidad para hacerlo nosotros. Necesitamos (re)construir esa épica y ponerla al servicio del emprendedorismo, del trabajo, de la iniciativa privada, para que la provincia logre crear un clima favorable para los negocios que nos saque de este estado de postración.
No se trata de una sola medida o propuesta. Para llevar certidumbre y desarrollo a la provincia, el gobierno provincial tiene muchos frentes que atender: bajar impuestos, simplificar burocracias, invertir en educación, infraestructura y promoción de áreas estratégicas. Para todo eso es esencial contar con equipos, planes y decisión política. Esta es la manera en la que vamos a encender cada uno de los motores de la economía.
Sólo a modo de ejemplo, voy a enumerar algunos de los proyectos en los que venimos trabajando los equipos de La Unión Mendocina para hacer de Mendoza una provincia más competitiva, con un clima fértil para los negocios, que logre revertir el retroceso en el que estamos y el terreno que hemos perdido frente a nuestros vecinos.
Lo he dicho en muchas oportunidades, pero no está de más insistir en la rebaja de impuestos que vamos a llevar a cabo, algo esencial para volver a poner en movimiento a la economía de Mendoza. Comenzando con la eliminación del impuesto de sellos, que constituye una carga enorme en la firma de contratos y contribuye a la precarización. En los primeros tres meses de gobierno vamos a barrer con 26 tasas que sólo sirven para complicarle la vida a la gente. Estas tasas, que los mendocinos pagamos en el Registro Civil, en Personas Jurídicas, en Defensa del Consumidor, en la Dirección de Rentas, en la Dirección de Catastro, en Dirección de Bosques o en Pesca Deportiva, entre otras, representan sólo el 0,7% del presupuesto de la provincia, mientras que implican un gran sacrificio para los mendocinos, especialmente en un momento de crisis económica como la que estamos viviendo.
También vamos a terminar con la burocracia inútil, creando una ventanilla única de organismos productivos, para centralizar la atención del Fondo para la Transformación y el Crecimiento, Cuyo Aval, Instituto de Desarrollo Comercial (IDC), Instituto de Desarrollo Rural (IDR) y Promendoza, entre otros organismos, lo cual nos va a permitir unificar la información y facilitar la gestión. Convencidos de que el rol del Estado tiene que ser facilitarle la vida al que produce y da trabajo, y ahorrarle tiempo y dinero que puede destinar a hacer crecer su negocio.
En este sentido, vamos a crear un Plan de Fábrica de PyMEs, donde estén centralizados todos los requisitos burocráticos y jurídicos así como también todas las facilidades fiscales y de financiamiento, con el objetivo inicial de crear 1380 empresas, que fueron las que cerraron durante el gobierno de Cornejo. En este plan, vamos a trabajar en un Programa de Apoyo a la Creación de Empresas (PACE), donde diversos promotores recorrerán Mendoza fomentando la creación de empresas, brindando herramientas sencillas y acercando el Estado a los emprendedores.
No sólo sabemos cómo hacerlo sino que tenemos la experiencia de haberlo hecho ya. Mientras en la provincia cerraban estas más de 1000 empresas, en Luján de Cuyo logramos que se cuadruplicaran la cantidad de empresas del parque industrial.
En lo que hace al turismo, vamos a implementar un plan de infraestructura con obras para potenciar los atractivos naturales de la provincia, con el foco puesto en hacerlos accesibles a los mendocinos que hoy sienten que hay una provincia para los turistas de la que no somos parte quienes vivimos en la provincia. Un plan que además será llevado a cabo por un ministro de Turismo que vendrá de la industria y no de la gestión estatal, pero que tenga la visión clara de generar un clima que favorezca la inversión privada.
La enumeración podría seguir largamente: inversión en la red de agua potable, obras hídricas para el sur de la provincia y para hacer más eficientes los recursos en áreas cultivadas, pero también obras de conectividad, para poder aprovechar todo el potencial productivo que hoy ofrecen las industrias del conocimiento. Todo esto acompañado de un cambio profundo en la educación, para preparar a los jóvenes en su entrada al mercado laboral, para que el crecimiento que va a tener Mendoza no se quede sin el recurso humano necesario y sean nuestros jóvenes los que se beneficien de ese crecimiento.
Los mendocinos tenemos todo para convertir a Mendoza en la provincia que lidere la recuperación económica de la Argentina, pero tenemos que hacerlo nosotros. No podemos seguir esperando que vengan soluciones mágicas de otro lado que arreglen la situación de la provincia. Tenemos que ser los mendocinos quienes, unidos, saquemos a nuestra provincia del estancamiento en el que está.