Con la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas a nivel nacional, el presidente Alberto Fernández dio por comenzada la segunda mitad de su mandato respondiendo a uno de los mayores reclamos de la oposición, los inversores y los consumidores: un plan económico plurianual que brinde certezas y genere una mejora en las castigadas expectativas de un país jaqueado por la inflación, el desempleo y la pobreza.
Fernández hizo el anuncio en un mensaje de 12.55 minutos, transmitido por el canal de la Presidencia, lejos del búnker oficialista montado en el barrio porteño de la Chacarita donde se respiró desánimo y derrotismo durante todo el día y al que Cristina Fernández, la jefa del movimiento, nunca llegó por –según dijo- estar en reposo tras su operación.
En torno al plan, hay datos políticos sobresalientes. En primer lugar, tiene el aval de Cristina, quien suele timonear las políticas públicas desde el Senado. En segundo lugar, fue acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y en tercer lugar, será enviado al iniciar diciembre al Congreso para que la oposición le dé su apoyo y se convierta en una política de Estado.
Es plan viene siendo trabajado por Martín Guzmán con el FMI. Sería lo suficientemente laxo para no generar un violento ajuste del gasto público que pueda hacer estallar el frente social; y lo suficientemente estricto como para convencer a Estados Unidos que dé su apoyo y el país pueda refinanciar su deuda de 45.000 millones de dólares con el Fondo.
Sin un acuerdo con el FMI, el país está expuesto a una espiralización de la crisis financiera que comenzó en abril de 2018, lo que llevaría a una gran devaluación y, eventualmente, a un proceso de hiperinflación. Argentina ya no tiene alternativa: debe emprolijar su macroeconomía para bajar la inflación, generar empleo privado y reducir la pobreza.
Fernández admitió que en sus dos primeros años de gestión cometió errores. Habló de los muertos del Covid-19. Se mostró esperanzado en el proceso de recuperación económica. Destacó que tiene un “respeto profundo” por el resultado electoral. Y se expresó por un “diálogo constructivo” con la oposición que le dé potencia a la salida de la pandemia.
Los lugares para el acuerdo serán la Cámara de Diputados y el seno del Consejo Económico y Social, donde se sumarán empresarios y sindicalistas. El llamado al diálogo ni por asomo configuraría una fotografía con Cristina y Mauricio Macri sentados en una mesa de discusión en la Casa Rosada.
Qué dijeron las urnas
Una síntesis de lo ocurrido ayer a nivel nacional podría ser: ganaron todos, perdió Cristina. En primer lugar, triunfó Juntos por el Cambio porque sumó más votos. Luego, “ganó” el Frente de Todos para Diputados porque retuvo la primera minoría. Pero el peronismo perdió el quórum propio en el Senado por primera vez en 38 años de Democracia.
Hay allí un contundente mensaje de los electores a Cristina, quien en septiembre puso al Gobierno en una crisis institucional. Afectó la credibilidad del Presidente y sus ministros. Elevó la incertidumbre política. Enrareció las expectativas y generó zozobra en los actores económicos. Y ejerció un desgaste extra a aquel que el Poder Ejecutivo ya traía por haber lidiado con el impacto de la pandemia de Covid-19, proceso en el que ella estuvo ausente.
Para revertir el resultado de septiembre, Cristina había exigió el bautizado “plan platita” por el cual se le inyectara dinero al consumo. Pero este nunca llegó en las dimensiones que ella pretendía. Respaldado por Fernández y legitimado por una escasez total de recursos, Guzmán maniobró y pisó la billetera porque la contracara de un gasto descontrolado era un eventual proceso de aceleración inflacionaria, mayor al que ya se está viviendo, con consecuencias sociales impredecibles.
La incertidumbre política sobre el Gobierno no está dada por especulaciones, sino justamente por lo que ocurrió después de la derrota en las Primarias. Ahora, con el apoyo de la CGT, los gobernadores y los intendentes bonaerenses que no soportan más el asedio permanente de La Cámpora sobre sus espacios de poder, Fernández podría fortalecerse en la coalición y tener un mayor margen de maniobra para gestionar.
Hay datos que son elocuentes sobre el desgaste del oficialismo. Fernández pasó a ser, después de Fernando de La Rúa, el segundo presidente que ve caer al oficialismo a dos años de comenzar el mandato. En aquel momento, el escenario estaba marcado por la salida de la convertibilidad y una crisis social profunda. Ahora, por una pandemia con 116.232 muertos y un crisis económica de tres años, con menos profundidad pero igualmente nociva.
Cerca de las 23:00, se subieron al escenario del búnker Fernández, Sergio Massa, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, y Victoria Tolosa Paz y Leandro Santoro. Se contentos por la remontada, principalmente en la provincia de Buenos Aires, bastión históricamente peronista. Y enviaron una señal de unidad, de lo cual depende en gran medida la gobernabilidad hasta 2023.