Entre aquel Rodolfo Suárez que en 2019 se dejó calzar la banda de gobernador por Alfredo Cornejo, al que este domingo ocupó el centro de la escena en el festejo electoral de medio término, hay diferencias importantes.
El ex intendente de la Capital llegó a la gobernación gracias al capital político de su antecesor en el cargo. Pero el que sacó casi 50% de los votos hace un par de días fue un gobernador que lleva dos años en el poder, y que sintió que el logro esta vez era indudablemente propio (más allá de los ex gobernadores que lideraban la lista) y tenía que ver más que nada con su gestión.
Los gestos de los principales líderes radicales confirmaron estas sensaciones. El que habló en el búnker de la victoria, en medio de los calurosos aplausos del hotel Aconcagua, fue Suárez, el senador nacional suplente de la boleta, no Cornejo, el senador titular.
Hubo, por supuesto, un acuerdo entre ambos líderes para que Suárez capitalizara el triunfo provincial. Pero también se notó una actitud diferente de su lado respecto de las PASO: antes de que fuera oficial, los primeros que cantaron victoria en el búnker fueron sus aliados, no los de Cornejo.
El ex gobernador, como presidente del radicalismo nacional y figura de Juntos por el Cambio, encaraba a esa hora un viaje a Buenos Aires, que es donde ha decidido, por el momento, apostar sus fichas.
En el búnker armado por el PRO en Costa Salguero, Cornejo no jugó para nada de local, como está acostumbrado a hacerlo en Mendoza. Mientras tanto, en la provincia, más allá de la evidente concesión de Cornejo, el protagonismo pleno de Suárez tras las elecciones cobraba un valor superior para sus seguidores.
La tropa del gobernador cree que la elección del domingo terminó de empoderar a Suárez como figura autónoma en la provincia. E incluso sostiene que sus estilos y formas pueden armonizar mejor que los de su antecesor con la época que se viene.
“Hay liderazgos verticales y liderazgos que se han consolidado gracias a la gestión. Estos últimos son más sólidos y transparentes, y no requieren del armado territorial”, teorizan los allegados al gobernador, a su favor, obviamente.
Cornejo, en efecto, podría haber sido candidato a gobernador en 2011, pero lo fue recién en 2015, cuando su armado minucioso en toda la provincia le permitió estar seguro de que controlaba toda la estructura de su partido.
A ese tipo de construcción es ajeno Suárez: no se ocupó ni se ocupará nunca de semejante trabajo obsesivo a nivel territorial. “Rody se parece más a Julio Cobos”, aseguran los dirigentes más cercanos al mandatario, para realzar sus diferencias con Cornejo.
Aunque haya diferencias, Suárez tiene la obligación de cuidar el otro legado de Cornejo: la amplia coalición que permitió derrocar al PJ hace seis años. Pero su trabajo podría simplificarse: el justicialismo ha profundizado su debacle desde entonces y, por otro lado, las urnas acaban de castigar con dureza a los aliados que se cortaron de Cambia Mendoza, como el PD.
En este contexto, la puja de 2023 podría darse exclusivamente dentro del oficialismo, y ese clima se pudo palpar este domingo desde los primeros festejos. Los intendentes oficialistas que sacaron cerca de 60 puntos y superaron con contundencia al Frente de Todos lo hicieron saber abiertamente en las redes sociales o se ocuparon de que el dato resonara fuerte, incluso a nivel nacional.
Sin temor a quemarse en una hoguera de vanidades, ninguno se privó de dar muestras claras de sus pretensiones a futuro, en esta provincia que no tiene reelección. Y en la que, por ahora, tampoco aparece Cornejo como candidato a volver por la gobernación.
Este panorama despierta entusiasmo y hasta cierta rebeldía en el bando de Suárez, que no cree que exista algún “candidato natural” ni una sucesión “lineal” para la gobernación en 2023, como podría ser el cornejista Tadeo García Zalazar, que no tiene otra reelección como intendente de Godoy Cruz.
En contraste, Ulpiano Suárez, que sí tiene reelección en Capital, podría ser “empujado” por el polo del radicalismo capitalino a ir por más, antes de tiempo.
El alcalde capitalino acaba de aprovechar la salida de su secretaria de Prensa, Nora Vicario, quien será ministra de Turismo, para incorporar a Pablo Terk, quien tendría una misión más ambiciosa: construir la “comunicación política” del intendente.
No es el único presunto candidato: embriagado por un triunfo que cree no deberle a nadie, el equipo del gobernador también anota a Mariana Juri en la ya larga lista de 2023.
El empoderado gobernador deja crecer esta ola y la refleja en el Gobierno. Tal como contó Los Andes este sábado, en medio de los recambios obligados por los funcionarios que fueron elegidos para ocupar bancas, además de Vicario, al gabinete llegará en los próximos días la presidenta del Concejo Deliberante de la Capital, Beatriz Martínez.
Como sugestivamente hizo notar el propio Suárez el domingo, Martínez ocupará en la gestión “el mismo cargo que tenía Ulpiano Suárez” en el área de Modernización, antes de ser intendente de la Capital ¿Fue premonitorio?
En otro plano, el más importante de todos, ni Suárez ni los suyos esconden su admiración por el estilo de construir poder y gestionar que tiene el líder del PRO Horacio Rodríguez Larreta, quien a su vez alimenta todas las ambiciones locales desde la cima nacional de la coalición.
“Hay que seducir con gestión y con empatía”, resalta la tropa radical de Suárez (¿y Larreta?) en Mendoza. Empiezan a tirar de la cuerda, muy a pesar de que la candidatura presidencial del jefe de gobierno porteño y cierta posibilidad de que el gobernador lo acompañe en la fórmula, no representen la mejor opción para Cornejo.