Solo un tercio de las listas que competirán en las elecciones del 14 de noviembre son lideradas por mujeres y, en consecuencia, se aleja la posibilidad de lograr este año la efectiva paridad de género. Si bien las nóminas quedaron integradas con la regla del “uno y uno”, la mayoría de hombres en la cima pone en duda el aumento real de la representación femenina.
De las 134 listas de diputados que se enfrentarán en todo el país, solo 48 (el 35,82%) están encabezadas por mujeres. En el caso del Senado la diferencia es todavía mayor: de las 47 boletas que competirán en ocho provincias, apenas 16 tienen liderazgo femenino, es decir el 34%.
“La ley de paridad en sí misma no asegura la paridad. Depende mucho del tamaño de las listas y de si las listas son encabezadas por mujeres. Igual ha sido un avance muy importante y cada vez que se da un paso adelante, hay que afianzarlo”, consideró la exdiputada Marcela Durrieu, integrante del colectivo Ojo Paritario.
Durrieu destacó que en esta elección todas las listas cumplieron con el requisito de la alternancia de género, pero admitió que “lograr la paridad horizontal es bastante más complicado” porque “si hay un candidato varón que mide muy bien y no hay una candidata mujer equivalente, razonablemente la lista se armará encabezando con ese varón”.
“Hay un condicionamiento estructural: las mujeres no somos dueñas del poder ni accedemos al financiamiento de las campañas. Tenemos que pelear por participar mucho más en el armado de las listas. El poder sigue siendo masculino y la política se sigue discutiendo en un club de varones”, lamentó la exlegisladora en diálogo con este medio.
Una de las claves para entender por qué costará lograr la paridad real está en aquellas provincias que renuevan dos bancas y donde (salvo que haya sorpresas) habría un reparto equitativo entre cada una de las principales fuerzas. Es que si en ambos casos la lista es encabezada por un varón, no ingresarán mujeres.
Un claro ejemplo es el de Formosa, donde no hay ninguna lista liderada por una mujer. Como los dos diputados que vencen mandato son hombres, no habría modificaciones. En el caso de Río Negro el panorama es más crítico: se van dos mujeres y, según las PASO, ingresarían dos hombres.
Las otras provincias que renuevan dos bancas son Chubut, La Rioja y Tierra del Fuego. Por Chubut y La Rioja podrían sumarse dos mujeres (una por cada distrito), mientras que en Tierra del Fuego la composición por género quedaría igual, siempre que se repitan los resultados de las primarias.
Formosa no es la única provincia donde no hay mujeres en el tope de las listas: tampoco las hay en Chaco. Allí se renuevan cuatro diputados, de los cuales tres son mujeres. Es decir que si se da un reparto de dos para el Frente de Todos y dos para Juntos por el Cambio, ingresarán dos hombres y dos mujeres, y en consecuencia se perderá una banca femenina.
Actualmente hay en Diputados 109 mujeres (42,4%) y 148 hombres (57,5%), la cifra más alta desde el retorno a la democracia. En 1984 había apenas un 4% de diputadas. En 1991 se sancionó la ley de cupo, que fijó un piso del 30% de mujeres en las listas, y 26 años después se aprobó la paridad de género, que se aplicó por primera vez en 2019.
Para Durrieu, no solo hay que mirar el aumento de la cantidad de diputadas, sino las numerosas leyes sancionadas gracias a ello, como la de erradicación de la violencia de género, la Educación Sexual Integral, el aborto legal y tantas otras. “Las mujeres cambiaron definitivamente la agenda legislativa. En la medida que haya más mujeres y más cuadros políticos, esto se va a acelerar cada vez más”, opinó.
La exdiputada observó que “los cambios estructurales no se producen en períodos cortos de tiempo”, y concluyó que “hay una doble pelea: por un lado, llegar a la paridad, y por otro lado, que las mujeres que ingresen al Congreso lo hagan con la voluntad de acompañar los cambios que necesitamos las mujeres”.
Panorama en el Senado
En el Senado se da una curiosidad: hoy hay 29 mujeres (40,2%) y 43 hombres (59,7%), y de replicarse el resultado de las PASO el 14 de noviembre, la proporción se mantendrá exactamente igual.
En la Cámara alta, la paridad real llevará aún más tiempo que en Diputados, por dos razones: los mandatos duran seis años, y al corresponder dos bancas a la primera fuerza y una a la segunda, ingresarán menos mujeres siempre que el partido que resulte perdedor postule a un hombre en primer lugar.
En ese sentido, Córdoba y Mendoza son dos provincias que ayudarían al objetivo, porque las bancas en juego por la minoría quedarían para mujeres. En la primera asumiría la schiarettista Alejandra Vigo en lugar de un hombre, Carlos Caserio, y en la segunda Anabel Fernández Sagasti renovaría mandato.