Finalmente, el proyecto de Ley de Alimentación Saludable en el que trabajaron los mendocinos Julio Cobos (Juntos por el Cambio) y Anabel Fernández Sagasti (Frente de Todos) tiene dictamen de las comisiones de Salud y de Industria y Comercio, para esta tarde obtener la media sanción.
La iniciativa, que superó la grieta política, propone un etiquetado frontal de alimentos con la intención de favorecer la alimentación saludable de la población y que en Argentina aún no se implementa.
El trabajo entre ambos legisladores fue codo a codo, de hecho la relación entre ambos es buena. A Fernández Sagasti no parecen afectarle las impresiones que pueda tener Cristina Fernández de Kirchner sobre su ex vicepresidente.
El diálogo entre ellos es cotidiano y fluido no sólo por llevar varios años en el Senado, sino porque tanto Cobos como Sagasti son vicepresidentes de sus bloques. Por debajo de sus jefes, Luis Naidenoff y José Miguel Ángel Mayans respectivamente, acuerdan y articulan temas.
La iniciativa surgió de la unificación de 15 proyectos vinculados a la temática y es impulsada en conjunto desde el oficialismo por las senadoras oficialistas Anabel Fernández Sagasti y Silvia Sapag, y desde la oposición por Gladys González, Julio Cobos y Silvia Giacoppo, entre otros.
En 2016, ambos presentaron iniciativas similares y luego de que la industria alimenticia se impusiera, se logró avanzar en un texto unificado en el que se pusieron al frente durante este año. Además, se tuvo que contener las presiones del sector alimenticio que se oponen al modelo chileno (octógonos negros), que no da margen a dudas, y piden el etiquetado del “semáforo” que abre la puerta a ocultar información. Contaron con el respaldo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de Unicef.
Para quienes han trabajado en el tema, tiene sabor a triunfo por sobre la industria y demuestra el trabajo mancomunado entre ambos partidos políticos. En el caso de Sagasti y Cobos comandaron la propuesta y pusieron a trabajar a sus asesores en conjunto para pulir el mejor texto posible.
Las senadoras tucumanas Elías de Pérez y Beatriz Mirkin se mostraron en línea con la defensa de la industria azucarera y rechazarán el proyecto que también ha tenido reparos por parte de las cámaras que nuclean a productores alimenticios y de bebidas sin alcohol.
Por primera vez, un proyecto de etiquetado cuenta, además, con el aval conjunto de los ministerios de Salud, Agricultura, Ganadería y Pesca; y Desarrollo Productivo. El año pasado, la intención de avanzar desde el Ejecutivo con el rotulado frontal naufragó por la falta de consenso entre los modelos en pugna impulsados por Salud y Producción.
Las claves del proyecto
El texto establece que los alimentos y bebidas sin alcohol envasados, “en cuya composición final el contenido de nutrientes críticos exceda los valores establecidos de acuerdo a la presente ley, deberán incluir en la cara principal del envase un sello de advertencia”.
-Ese sello, de acuerdo al proyecto, adoptará la forma de octógonos de color negro con borde y letras de color blanco en mayúsculas. El tamaño del sello no podrá ser nunca inferior al 5% de la superficie de la cara principal del envase ni estar cubierto (parcial o totalmente) por ningún otro elemento.
-Los valores máximos de calorías, azúcares totales, grasas saturadas y sodio deberán cumplir con el perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Ese punto es clave, ya que desde la industria -que se opone al modelo de sellos negros porque considera que “demoniza” a los alimentos- se oponen a la adopción de ese perfil e impulsan uno más alineado con el que recientemente autorizó Brasil, menos rígido.
-Rotulado nutricional: toda descripción destinada a informar al consumidor sobre las propiedades nutricionales de un alimento o bebida analcohólica, adherida al envase. Comprende la declaración del valor energético y de nutrientes y la declaración de propiedades nutricionales.