Alejandro Vilca (45) se ha transformado en un fenómeno popular en Jujuy. Es que el recolector de residuos -un trabajo poco habitual en los pasillos lujosos del Congreso- será diputado de la Nación gracias al voto de los ciudadanos, que le dieron más del 25% de los votos al Frente de Izquierda y de los Trabajadores.
Fue mozo, albañil, heladero, operario de una fábrica de plásticos, vendedor de seguros, dibujante para un arquitecto y recolector de basura. Pero su figura ganó relevancia, canalizó reclamos de su pueblo y se convirtió finalmente en legislador. Alejandro Vilca pasó de una infancia y juventud difíciles, repleta de carencias y empleos informales, a representar a los trabajadores de su tierra natal.
Con el 98,31% de las mesas escrutadas, Cambia Jujuy sacaba 49,05%, mientras que el Frente de Todos alcanzaba 25,79% y el Frente de Izquierda llegaba a 25,15%. Con estas cifras, Vilca -del FIT- lograba la banca, algo que festejaron tanto él y su familia como los integrantes de su espacio político.
La historia de Alejandro Vilca, el diputado jujeño de la Izquierda
Recientemente, el dirigente jujeño contó su historia de vida en Infobae. A la edad en que su madre Luisa cuidaba niños ricos, Alejandro junto a sus hermanos Alfredo, Gustavo, Daniel y Walter vendían bollos y empanadas en los barrios San Isidro y Azopardo. Normalmente andaban descalzos. Había menos pares de zapatillas que hermanos, así que se las prestaban para ir a la escuela. Luisa hacía todo lo posible por un plato de comida.
En ese punto de su historia sonó el primer ruido de incomprensión: “¿Por qué nosotros vivimos así, por qué existe Dios para los otros chicos y para mí no?”.
Los chicos Vilca vivían al límite, en un barrio en el que la distancia al precipicio del sistema era (o es) igual a cero. Por eso, Luisa mandó a sus hijos a la Escuela de Minas “Horacio Carrillo”, un industrial originalmente creado para los hijos de los mineros de la zona. Desde allí, Alejandro perfeccionó su pasión por el dibujo, pero también se formó como carpintero y electricista. Cuando el neoliberalismo de los 90 lo afectó, notó que era momento de involucrarse en la protesta social.
También Alejandro fue un buen estudiante universitario en la carrera de arquitectura, pero tuvo que abandonar por la militancia y el compromiso social que lo enamoraba. Mientras tanto, juntaba plata de diversas formas como muchos otros argentinos: mozo, albañil, heladero, operario de una fábrica de plásticos, vendedor de seguros y dibujante para un arquitecto de Jujuy que, al echarlo, sin saberlo, lo hizo dar otro paso.
Tras quedar en los 2000 como empleado estatal precarizado, Alejandro Vilca de a poco se involucró más y más en la lucha social. En 2006, en busca de regularizar la condición de los empleados públicos, la Coordinadora Provincial de Trabajadores en Negro, donde era delegado, cortó las rutas y la salida del aeropuerto el día que llegaba el entonces presidente Néstor Kirchner.
El enfrentamiento con las autoridades derivó en más problemas. Vilca recibió un castigo y lo mandaron a trabajar como recolector de residuos en Alto Comedero. Su lugar como precarizado lo reimpulsó a combatir aún más.
Ya fundado y consolidado el PTS de Jujuy, se sumó en 2011 al origen del Frente de Izquierda. Ese mismo año participó en las elecciones nacionales. Fue candidato a gobernador y consiguió poco más que el 1,93 % de los votos. En 2015, ya como postulante a diputado provincial, Vilca sacó el 7,06%. Dos años más tarde, creció otros 10 puntos. En 2021, finalmente, logró su lugar en el Parlamento.
El triunfo de Alejandro Vilca: de recolector a diputado de la Nación
“Desde Jujuy vamos a aportar a esta bancada del Frente de Izquierda Unidad. Ya con el 97% escrutado, estamos ingresando, pero no nos podemos confiar en este régimen que defiende los intereses de las tabacaleras, las azucareras y los dueños de la provincia. Hemos demostrado que podemos hacer campaña desde abajo, como una fuerza política de los trabajadores. Queremos agradecer a toda la militancia”, declaró Vilca, en un video que fue retransmitido en el búnker del FITU en Buenos Aires.
Tal como en las PASO de septiembre, la Izquierda logró una gran elección en las barriadas obreras de San Salvador, Palpalá y San Pedro, también muchas localidades de trabajadores rurales y entre las comunidades originarias. Durante la campaña se pusieron en pie comités de apoyo en decenas de ciudades, que difundieron las propuestas del FITU.
La campaña despertó un enorme entusiasmo entre trabajadores de la ciudad y el campo, vecinos de los barrios “olvidados” de las principales ciudades, entre jóvenes, artistas y el movimiento de mujeres, así como entre las comunidades.
