Por qué el apoyo de Cornejo a Milei sigue siendo acotado

Particular es el momento de la relación entre el gobernador y el Presidente, que sigue sin ser mala, pero que tampoco genera grandes expectativas a futuro.

Por qué el apoyo de Cornejo a Milei sigue siendo acotado
Alfredo Cornejo fue uno de los 18 gobernadores que firmaron el Pacto de Mayo en Tucumán.

Particular es el momento de la relación entre Alfredo Cornejo y Javier Milei, que sigue sin ser mala, pero que tampoco genera grandes expectativas a futuro.

Cornejo apoyó la ley Bases, firmó el Pacto de Mayo, y aunque no lo vea seguido al Presidente, tiene reuniones y conversaciones más o menos frecuentes con al menos tres figuras del gabinete de Milei: Guillermo Francos, Luis Caputo y el asesor Santiago Caputo, también llamado “Caputito” por algunos.

De la última reunión con el jefe de gabinete Francos junto a los gobernadores de Juntos por el Cambio, se trajo resultados moderadamente positivos. No es mucho, pero al menos tiene la ilusión de que comiencen a destrabarse hacia setiembre las obras viales que dejó a medio hacer (o recién en el inicio) el anterior gobierno peronista.

Antes había conseguido un acuerdo para que se financiaran algunas viviendas de planes nacionales abrochados con el IPV provincial en el pasado, a través de un compromiso de compartir los gastos de finalizar los barrios. La lógica cornejista para calificar estos logros de la relación Nación/Provincia es que Mendoza no recibía privilegios nacionales en la gestión anterior, por lo cual, la lista de reclamos que hoy eleva a Javier Milei tampoco puede ser larga. Diferente es el caso de los intendentes mendocinos del PJ, que sí tenían llegada a la Casa Rosada y se quedaron con barrios populosos sin terminar.

A pesar de que no tiene reproches, el gobernador mendocino no parece demasiado entusiasmado con lo que va de la “experiencia Milei”. Pero eso tiene un par de explicaciones. En el fondo, lo único que Cornejo pretende del líder libertario es que consiga generar suficientes expectativas como para que la economía despegue. No comulga con sus dogmas, pero supone (o suponía) que sus políticas pueden ayudar a un cambio de ciclo o a una salida de la crisis, que tenga impacto positivo en la provincia. Eso no está pasando aún y por ello crecen sus dudas y cavilaciones.

Cierto declive del fenómeno Milei en las encuestas agranda sus preocupaciones. Cornejo cree que el libertario, como el kirchnerismo, también tiene su “relato”. Nota el intervencionismo estatal en cuestiones económicas, como los subsidios en ascenso para evitar que el boleto de colectivo suba demasiado en Buenos Aires. Ese sapo es el que más le cuesta tragar, ya que en Mendoza, el pasaje de micro, que no cuenta con esas ayudas millonarias, ya cuesta casi el doble de lo que valdrá en Buenos Aires cuando aumente el agosto. El federalismo sigue siendo un anhelo.

Cornejo piensa además que Milei tiene que recrearse políticamente, con consignas nuevas, alejadas de la cruzada contra la casta que todavía vibra en las redes sociales oficialistas, para no decrecer.

Son muchas las cuentas pendientes y planteos de Cornejo como para pensar seriamente en un vínculo perdurable con La Libertad Avanza, que se replique, por ejemplo, en una alianza electoral de cara a los comicios de medio término del año que viene. El estado de las cosas no da, por lo menos por ahora, para hacer estos planes. Y si piensa en los interlocutores de LLA, encuentra más razones para parar la pelota.

No existen, de todas maneras, razones para romper el vínculo amistoso. A pesar de la asombrosa visita de la diputada Lourdes Arrieta y otros legisladores a los genocidas presos, no cree el gobernador que en LLA esté madurando una corriente negacionista o una semilla de reivindicación de los militares. Por lo menos no una que tenga efectos concretos.

Cornejo en definitiva no encuentra estímulos como para encaminarse decididamente hacia los brazos de Milei, pero tampoco para convertirse en su rotundo adversario, como han optado otros correligionarios. Ese limbo responde en parte a que el gobernador sabe que el experimento Milei fue una muestra de rechazo profundo a las estructuras políticas tradicionales en las que él mismo se inscribe, y que tuvo un banque social que todavía hoy lo sorprende. Mendoza no fue para nada una excepción y en buena medida Milei conserva ese apoyo, más allá de que Cornejo no pueda vaticinar que la experiencia tendrá un buen destino.

Mientras observa lo que va pasando en un año imprevisible, busca que su plan político en la provincia transite carriles moderados. Dueño aún de una mayoría legislativa imbatible, buscará de aquí a fin de año avanzar con algunas iniciativas relevantes, pero no de prepo.

Además del impulso a la minería, intentará encontrar consensos para que sea sancionado el nuevo Código de Aguas y probablemente un plan para manejar en el futuro el recurso más importante de todos.

El Código de Aguas todavía se encuentra en estado de anteproyecto y, según dicen, abierto a opiniones. El rumbo marcado hasta aquí por el jefe de Irrigación, Sergio Marinelli, ha generado algunas críticas de especialistas, pero el jefe del Poder Ejecutivo asegura que sólo pretende generar una deliberación pública de calidad en torno al problema de la escasez de agua, que se agravará en el futuro.

Promete Cornejo que no hay una especulación personal con estos cambios, porque los objetivos son de mediano plazo. “Lo que es inevitable es que dentro de 30 años tendremos en Mendoza el 50% de agua que tenemos hoy”, advierte. Cornejo no parece estar en “modo topadora” y por eso está dispuesto a retirar los preceptos del proyecto que generen resistencia.

El gobernador piensa que la sanción de un plan hídrico sería la brújula ideal para la utilización de la parte de los 1.023 millones de dólares que piensa destinarle al agua. Ese fin tendrá solamente una parte del millonario fondo, ya que la adenda firmada con la Nación hace pocos meses lo liberó para darle múltiples fines.

Una de las improntas que quiere meter en el debate sobre el uso del agua en Mendoza radica en la intención de que se definan políticas que eviten el derroche y que hagan que todos paguen por el agua que usan. Cornejo insiste en que la medición de los consumos es prioritaria, en todos los niveles.

Se trata de una propuesta sencilla para un problema con más aristas y complejidades. Pero si hay algo que siempre dice este gobernador es que él no tiene a mano soluciones para todo.

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